noviembre 14, 2025
Por Ferran Garcés
Gaudí sentía una especial predilección por un alimento en concreto. Gijs van Hensbergen, uno de los principales biógrafos del arquitecto, lo menciona así comentando sus costumbres: “O, quizá, daba rápidas mordidas a las pastas secas, los panes de San Antonio, que llevaba siempre consigo en pequeñas bolsas que ofrecía a los demás mientras guardaba para sí las sutilmente sazonadas con comino tostado” (1).
La elección no podía ser más consecuente con las creencias del llamado arquitecto de Dios, porque el nombre popular de estos panecillos es el de “pan de los pobres”, o “pan de santo”. Su origen se explica con diferentes leyendas relacionadas con los milagros y la caridad de San Antonio Abad, patrón de los animales, de los campesinos y de los carreteros. Sin embargo, Gaudí tenía otras curiosas costumbres tanto a nivel alimentario como de filosofía de vida. Vamos a conocer algunas de ellas.
Salud y dieta, según Gaudí
Hace un par de semanas comentamos las enfermedades de Gaudí, algunas tan graves que se imaginó lo peor (véase: las “otras muertes” del arquitecto). Entonces, por razones de espacio, no desarrollamos el tema de su peculiar estilo de vida. Lo hacemos hoy. Era un método que seguían tanto el arquitecto como su padre, quien parece que fue el primero en adoptarlo (2). Este sistema estaba inspirado en “la cura de Kneipp”, llamada así en honor a su creador: Sebastian Kneipp, sacerdote y médico alemán. Curiosamente, el método llegaba entonces a Cataluña, al mismo tiempo que se fundaba la empresa naturista Santiveri, en 1885, la Liga Vegetariana de Cataluña, en 1908, y la empresa Danone, en 1919.
Ahora bien, en lugar de explicar esta cura y otras análogas, hemos considerado más estimulante dejar que el propio Gaudí hable de ella. Sin embargo, hay que aclarar que las siguientes frases no las consignó nunca por escrito, sino que corresponden al testimonio de terceras personas. En efecto, los últimos años de su vida, Gaudí estuvo rodeado por un número de seguidores que, poco después de su muerte, publicaron las primeras biografías del maestro. Uno de ellos, el arquitecto Isidre Puig-Boada, es el autor de la principal colección de frases de Gaudí y esta es la principal fuente que hemos seguido para confeccionar el presente artículo. Al final de cada frase, indicamos el número de la página (3). Esperamos que os sea provechosa o, al menos, interesante.
Pobreza y sacrificio
“No se debe confundir la pobreza con la miseria. La pobreza lleva a la elegancia y a la belleza; la riqueza lleva a la opulencia y a la complicación, que no pueden ser bellas. Para que el artista no se desequilibre, con la elevación del arte debe pasar dolor o miseria. Para que no falle la disciplina, es indispensable la disciplina: única manera de no perturbarse. Progresando lentamente, pero inexorablemente, en este camino de mortificaciones, exclamó: ‘Conviene tanto al cuerpo como al alma pasar calor en verano y frío en invierno’. Y también, ‘Hay que comer solo para no morir’ (p. 175).
En otro momento, comenta: ‘la mortificación del cuerpo es la alegría del espíritu, como dice justamente el doctor Torras y Bages (un obispo amigo del arquitecto muy popular en su tiempo), y la mortificación del cuerpo es el trabajo continuado, persistente; este es el auxiliar más poderoso contra las tentaciones’. Sabiamente se esfuerza en perfeccionarse con la experiencia de los tropiezos: ‘No se va bien hasta que se ha caído y ha venido el golpe; el golpe es la puerta del convencimiento’; y él, que había estado tan ufanosamente seguro de sus propias fuerzas, confiesa: ‘Toda caída es hija de haber confiado en sí mismo’ (p. 177).
Sol, frío y comida
Equilibrio
Hay que estar ocupado todo el día, intelectual y manualmente, caminando y haciendo ejercicio, todo en proporción a las fuerzas que se tengan. Así se duerme toda la noche completa, y eso es el equilibrio, la compensación de la vida (p. 186).
Estimulante natural: el sol
El sol es el estimulante de la vida; el alcohol, el café, etc., no estimulan sino que azotan el organismo. Y el sol es tan estimulante en verano como en invierno, y debemos acostumbrarnos a tomarlo (Ibíd).
Utilidad del frío
Hay que comer, dormir y abrigarse sólo lo necesario y hasta que sintamos la necesidad. El frío activa la circulación y es por tanto saludable pasar frío, mientras no sea excesivo, y es mejor combatirlo con el movimiento (que regulariza la circulación) más que con una carga de ropa que nunca es suficiente por sí sola” (Ibíd).
El calzado para el frío, una lección de geometría
La siguiente frase es especialmente relevante si recordamos que, a causa de un reumatismo crónico que se agudizó en sus últimos años, Gaudí tenía los pies deformados y muy sensibles. También es curiosa por la aplicación que hace el arquitecto a un caso cotidiano de los complejos conceptos geométricos que utilizaba en sus obras.
“Gaudí llevaba últimamente y en invierno dobles medias y alpargatas, y lo justificaba así: la suela de la alpargata es el cáñamo dispuesto helicoidalmente y, por tanto, es un muelle o resorte. Las medias de lana gruesa (hilos helicoidales ligados helicoidalmente) son otro muelle; las medias interiores, de lana fina, son otro resorte de menor tamaño. Todo esto son elementos para el equilibrio de fuerzas de la piel, que se adelgaza con los años, y como en el equilibrio reside la vida, hay que procurar que exista en todos los detalles” (p. 187-188).
La comida (4)
“Los que comen más de lo necesario son unos llena-cloacas que malversan sus energías y comprometen la salud; hay que comer para vivir y no vivir para comer. Hay que comer y dormir justo para subsistir.
La lechuga y la escarola son la forma más sencilla y perfecta de tomar aceite, preparado así para su emulsión; es un error que la leche con frutas, incluidas las cítricas, se digiere mal, ya que es todo lo contrario: la piel de las frutas es el mejor regulador intestinal. Todo lo que como lo acompaño con pan y no bebo nunca aunque no haya comido nada más que frutos secos; siempre termino con una miga de pan, que hace de esponja limpiadora de la dentadura, y después bebo un poco de agua.
Abstenerme de los tóxicos excitantes y de las especias me agudiza el sentido y me hace captar los olores y los sabores más finos; los frutos más exquisitos que he comido son los albaricoques mallorquines recién recogidos, obra maestra del aroma combinada con el sabor, y que no hay manera de que conserven estas cualidades mucho tiempo. Sé si la fruta ha sido guardada, aunque sea en cámara frigorífica, por la disminución de su olor y también por la pérdida de sabor. Cuando no tengo fruta fresca, extiendo un poco de miel sobre el pan; no uso azúcar (p. 187).
Notas
(1) Hensbergen, Gijs van (2002) Antoni Gaudí, Plaza & Janés Editores, Barcelona, p. 163.
(2) Domènech, Joan Torres (2018) El Gaudí que no nos han explicado, Cossetània editors, Valls, p. 63. En resumen, para los Gaudí, padre e hijo, la cura se basaba en una alimentación vegetariana, largas caminatas, baños de agua (hidroterapia) y dormir todo el año con las ventanas abiertas.
(3) Puig-Boada, Isidre (1981), El pensamiento de Gaudí. Compilación de textos y comentarios, Publicaciones del Colegio de Arquitectos de Cataluña, Barcelona, pp. 177-178 y 186-188
(4) Este tema se puede leer con ligeras variaciones en: Martinell Brunett, Cesar (1967), Gaudí. Su vida, su teoría, su obra, Colegio Arquitectos Cataluña y Baleares, Barcelona, p. 108.
Bergós Massó, Juan (1974), Gaudí, el hombre y la obra, Universidad Politécnica de Barcelona, p. 31-33