La lectura conjunta de los diez informes aquí considerados permite observar las tensiones abiertas por la tecnología entre una universidad más tradicional, ya híbrida, que busca ensanchar la experiencia educativa integral del estudiantado a partir de la tecnología —redefiniendo el uso del tiempo y del espacio universitario— y la emergencia de un nuevo paradigma universitario sostenido en datos, inteligencia artificial y conectividad laboral, con una gran capacidad de incorporar públicos antes minusvalorados. Las universidades en línea no son un apéndice del sistema, sino su vanguardia, la experiencia digital está transformando la idea misma de universidad
ALFONSO GONZÁLEZ HERMOSO DE MENDOZA
De manera inesperada, los estudiantes de las universidades españolas en línea se declararon más satisfechos que los de las presenciales en todos los indicadores de la II Encuesta del Observatorio de Espacios de Educación Superior sobre la experiencia universitaria (2024).
Así, mientras el 68% de los estudiantes presenciales afirmaba sentirse “plenamente satisfecho” con su aprendizaje, esa cifra ascendía al 81% entre los estudiantes en línea. Estos datos contrastan con los de la “Survey: What Online College Students Need 2025” de Inside High Ed en EEUU, en donde los resultados están invertidos, el 67% de los estudiantes en línea frente al 76% de los estudiantes presenciales calicalificaron su calidad educativa como buena o excelente.
Los valores asumidos como diferenciales de la presencialidad —gestión emocional del aprendizaje; acceso a aprendizajes profundos, significativos, colaborativos, tácitos y situados; desarrollo de habilidades de pensamiento crítico, análisis complejo y aplicación práctica; o adquisición del currículo oculto— no parecen de ser percibidos como diferecenciales en las universidades españolas.
“El aprendizaje en línea ya no es una respuesta de emergencia; es un ecosistema estructurado que puede rivalizar con la educación superior tradicional en resultados y satisfacción”
Times Higher Education, en el informe Online Learning Rankings 2024, sintetiza en una frase lo que para su publicación supone el cambio de paradigma al que nos estamos enfrentando: “El aprendizaje en línea ya no es una respuesta de emergencia; es un ecosistema estructurado que puede rivalizar con la educación superior tradicional en resultados y satisfacción”.
Este diagnóstico adquiere más relevancia si se considera que el mayor cambio estructural de las últimas décadas en el sistema universitario mundial no ha venido de una reforma normativa ni, siquiera, de su posición frente al mercado, sino de la irrupción y consolidación de las tecnologías de la educación en las universidades y, en último término, de la emergencia de las denominadas universidades en línea.
En España, los datos del Ministerio de Universidades confirman que más del 25% de las matrículas totales se concentran ya en universidades no presenciales, con un crecimiento sostenido que contrasta con el estancamiento o descenso de la matrícula presencial. Entre 2019 y 2024, las universidades en línea españolas han duplicado el número de estudiantes de nuevo ingreso, convirtiéndose en la principal puerta de acceso para públicos tradicionalmente desatendidos —personas adultas, trabajadores, cuidadores, migrantes y residentes en zonas rurales—. En Estados Unidos, más del 60% de los estudiantes universitarios realiza al menos un curso en línea y más del 30% cursa su titulación íntegramente en línea (“Online College Students 2024”).
Esta naturalización de la tecnología en las universidades se está produciendo, en gran medida, sin pretenderlo ni preverlo, asumiéndose como un proceso inevitable e irreversible
Esta naturalización de la tecnología en las universidades se está produciendo, en gran medida, sin pretenderlo ni preverlo, asumiéndose como un proceso inevitable e irreversible, impulsado por propósitos e intereses no siempre comprensibles ni compartidos por la comunidad universitaria, como señala el informe imprescindible “Artificial Intelligence and Academic Professions” de la American Association of University Professors.
Nuevos públicos, nuevas prácticas docentes, nuevos objetivos de aprendizaje, nuevos marcos de relación y la demanda de nuevas experiencias sacuden a las universidades cuando se las observa desde la perspectiva de las “nuevas tecnologías”. Una realidad que hace evidente algunas de sus carencias a la vez que abre caminos a un nuevo paradigma para las universidades, soportado en la gestión de datos y la búsqueda de la empleabilidad. La cuestión ya no es si cabe hablar o no de “universidad en línea”, sino cómo esta está redefiniendo los estándares y la legitimidad institucional.
La primera circunstancia que surge inevitablemente es intentar identificar qué entendemos por universidad en línea. Times Higher Education, para la realización del informe Online Learning Rankings 2024, ha tenido que reconocer que “no existe un acuerdo global sobre la definición de aprendizaje en línea. El ranking mide únicamente los cursos se anuncian como ‘en línea’ y que, al menos, el 40% del contenido se imparte en línea”.
THE detectó marcadas diferencias en los tipos de oferta: desde universidades tradicionales con campus que incorporan elementos en línea, hasta instituciones totalmente en línea como las universidades abiertas, y nuevas entidades que buscan ofrecer educación superior a personas que viven en zonas rurales de países de bajos ingresos. Las universidades tienen motivos y objetivos muy diversos para el aprendizaje en línea, lo que dificulta una clasificación precisa.
Crecimiento, costes y transformación institucional
La evolución de la educación superior en línea no puede entenderse sin observar cómo confluyen tres dimensiones: crecimiento de la matrícula, convergencia de costes y transformación institucional. Los informes “Benchmarking Online Enterprises: Insights into Structures, Strategies, and Financial Models in Higher Education 2024”, “Distance Education’s Disconnect: Understanding the Relationship Between the Cost and Price of Distance Education 2025”, el “13th Annual Report on the Demands and Preferences of Online College Students 2024”, “Voice of the Online Learner 2024” , “Online by Design: Improving, Career Connection for Today’s Learners” y “Survey: What Online College Students Need 2025”, de UPCEA, WCET, Risepoint, EducationDynamics el think tank Center for Higher Education Policy and Practice (CHEPP) y Inside Higher Ed (IHE) en colaboración con Generation Lab, todos ellos procedentes de Estados Unidos, ayudan a comprender este escenario.
UPCEA documenta una transformación institucional en las universidades estadounidenses: las unidades de educación en línea han pasado de ser divisiones periféricas a estructuras estratégicas con peso presupuestario y jerárquico dentro de las universidades. Más del 70% de las instituciones cuenta hoy con un área específica dedicada a la educación digital, y un 41% de estas unidades depende directamente del vicerrectorado académico, concibiéndose cada vez más como motores de sostenibilidad financiera y competitividad. Mientras tanto, WCET muestra la otra cara de esta madurez: la económica.
las unidades de educación en línea han pasado de ser divisiones periféricas a estructuras estratégicas con peso presupuestario y jerárquico dentro de las universidades
Por otra parte, estamos ante una convergencia de costes. Durante años se asumió que la enseñanza en línea era más barata, pero los datos de 2025 refutan esa idea: un 42% de las universidades invierte más por estudiante en línea que presencial, especialmente en diseño instruccional, soporte al alumnado y tecnología, al tiempo que la brecha de precios entre modalidades tiende a cerrarse y el 74% de las instituciones ya cobra la misma matrícula en ambas. La sostenibilidad del aprendizaje en línea no depende tanto del coste por estudiante como de la capacidad de la universidad para retener al alumnado y escalar su modelo sin perder calidad.
La educación a distancia deja así de ser una modalidad marginal o necesariamente económica para convertirse en una forma integrada de educación, con costes y precios comparables o incluso superiores a la educación presencial, y con una estructura de financiación y fijación de precios que evoluciona hacia una mayor normalización.
La educación a distancia deja así de ser una modalidad marginal o necesariamente económica para convertirse en una forma integrada de educación, con costes y precios comparables o incluso superiores a la educación presencial
La voz de los estudiantes
El “13th Annual Report on the Demands and Preferences of Online College Students 2024” señala que, desde 2017, la matrícula total en educación superior ha disminuido cerca de un 5%, pero la matrícula en educación en línea ha aumentado casi un 90%. Los aumentos en la matrícula en línea se explican por factores como la asequibilidad, la flexibilidad, la rapidez para completar los estudios y la posibilidad de elegir una universidad distante por un programa específico, en un contexto en el que muchos estudiantes buscan tanto títulos oficiales como programas no conducentes a título.
El informe de IHE nos señala que alrededor del 45 % de los estudiantes en line trabaja 30 horas o más a la semana, frente al 22 % del grupo en general, y que La mayoría también son estudiantes universitarios de primera generación, un 59 por ciento, en comparación con el 33 por ciento de los estudiantes presenciales.
El informe de Risepoint añade un matiz esencial: la elección de lo digital no responde ya solo a la necesidad, sino también a la preferencia. El 71% de quienes optan por estudios en línea lo hace por decisión consciente, no por imposibilidad de asistir al campus, y la flexibilidad y la autonomía emergen como valores centrales de un nuevo tipo de estudiante adulto, con edad media de 33 años, que trabaja a tiempo completo y compatibiliza estudios con responsabilidades familiares. Este perfil coincide con el del “estudiante funcional”: individuos que buscan un aprendizaje aplicable de forma inmediata al ámbito profesional, para quienes la universidad es, sobre todo, una inversión en empleabilidad más que una experiencia vital.
la elección de lo digital no responde ya solo a la necesidad, sino también a la preferencia
El think tank CHEPP, orientado a promover reformas en la educación superior para adaptarla a la realidad de los “nuevos aprendices”, define este escenario como el de la “educación conectada con el trabajo” (career‑connected learning). Su análisis subraya las dificultades de los estudiantes adultos en línea para acceder a los servicios tradicionales de “career‑connection”.
Según la encuesta de IHE, el 21 % de los estudiantes que solo estudian en línea describen que su centro de orientación profesional cuenta con suficientes recursos en línea, en comparación con el 20 % del grupo en general, lo que indica que estos recursos pueden ser insuficientes en general. Muchos estudiantes en línea, al igual que los estudiantes en general, también afirman que desean más ayuda de sus instituciones para conectar con prácticas y oportunidades laborales, cuando se les presenta una lista de prioridades de preparación profesional.
Voice of the Online Learner y el Annual Report on the Demands and Preferences of Online College Students coinciden en que la experiencia estudiantil se ha convertido en el principal factor de diferenciación entre universidades: el 89% de los estudiantes valora la respuesta rápida del profesorado y la atención personalizada como el elemento más importante de su satisfacción, por encima incluso de la reputación institucional o el precio.
El informe de EducationDynamics profundiza en la interpretación de este dato: la enseñanza en línea no reduce la interacción, sino que la redistribuye, sustituyendo la presencia física por la constancia del contacto y el soporte digital continuos. La percepción de soledad o aislamiento, frecuente en la educación a distancia tradicional, desaparece cuando existe una arquitectura de comunicación eficaz, y el estudiante en línea no busca tanto comunidad simbólica como eficiencia emocional y práctica: una red que funcione.
También son menos propensos, según IHE, que sus compañeros que solo cursan estudios en persona a atribuir lo que se ha denominado la crisis de salud mental a una mayor soledad, cuando se les presenta una lista de posibles factores (21 % frente a 33 %, respectivamente). Los estudiantes que solo estudian en línea reportan experimentar estrés académico crónico a la mitad de la tasa de los estudiantes presenciales: 13 por ciento versus 26 por ciento.
El 57 % de los estudiantes que solo estudian en línea no ha asistido a ningún evento en su universidad, en comparación con el 26 % del grupo en general. La frase “I want support that works, not belonging for its own sake” sintetiza esta transformación cultural: la universidad deja de ser principalmente un espacio de pertenencia para convertirse en una interfaz de acompañamiento continuo.
Los estudiantes en línea se benefician de las estructuras de conexión institucionalizadas que incluyen: seguimiento proactivo de asesores y entrenadores, especialmente aquellos personalizados según hitos o dificultades, modelos de mentoría entre pares que operan virtualmente y claridad del rol sobre dónde (y a quién) acudir para recibir apoyo académico, emocional y profesional
Según Omid Fotuhi, director de innovación educativa en WGU Labs , en relación con el encuesta de IHE “La pertenencia en línea no es una versión diluida del campus; es una ecología completamente diferente. Y esa ecología requiere una adaptación psicológica deliberada a las realidades vividas por los estudiantes actuales, cada vez más diversos, con escasez de tiempo y digitalmente distribuidos”. Los estudiantes en línea quieren sentir que «son verdaderamente parte de la universidad», vistos por la institución como «nuestros estudiantes».
Los estudiantes en línea se benefician de las estructuras de conexión institucionalizadas que incluyen: seguimiento proactivo de asesores y entrenadores, especialmente aquellos personalizados según hitos o dificultades, modelos de mentoría entre pares que operan virtualmente y claridad del rol sobre dónde (y a quién) acudir para recibir apoyo académico, emocional y profesional.
Esa orientación pragmática conecta con la visión de CHEPP, que redefine la relación educativa en términos de “conectividad con el trabajo”. CHEPP propone un modelo que vincula cada módulo formativo con una competencia observable y una salida laboral potencial, y sus análisis muestran que los programas con componentes de aprendizaje en el trabajo o con asesoramiento profesional sistemático generan un retorno salarial un 20–25% superior y mejoran la retención del estudiantado.
la universidad deja de ser principalmente un espacio de pertenencia para convertirse en una interfaz de acompañamiento continuo
Las conclusiones de Voice of the Online Learner confirman que el valor percibido del aprendizaje en línea depende cada vez menos del prestigio del título y más de su utilidad inmediata: el 95% de los estudiantes cursa estudios en línea por razones profesionales y el 83% prefiere modalidades totalmente asincrónicas para compatibilizar trabajo, familia y estudio.
Desde el punto de vista institucional, UPCEA muestra que las universidades más exitosas son las que han logrado construir ecosistemas de apoyo integral, donde docencia, asesoría académica y orientación profesional se integran en una única cadena de valor. A la vez, subraya que la institucionalización de la “voz