Noche triste para recordar a Clara y Mario - Radio Gladys Palmera

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Hoy es un día triste para la música cubana, y una fecha terrible para el ultramarino pueblo de Regla. Ha muerto una de sus hijas más queridas, Clara Morales Vicente, integrante del dúo de Clara y Mario, que fuera bautizado como “El dúo romántico de Cuba”. Ellos honraron esa definición.

Ha sido tanta la conmoción y la tristeza que, en el cementerio, Germán Pinelli no pudo terminar la despedida del duelo, ahogado por las lágrimas. Pero no ha sido el único. A toda la gente que acompañó a Clara hasta su última morada se le hizo un nudo en la garganta cuando se escuchó uno de los grandes temas del dúo:

Si en un final, tuviera que escribir la historia de mi vida
sin en un final tuviera que expresar las horas más sentidas,
seria de ti, por ley de la razón de quien más escribiera
seria de ti, porque en mi corazón eres tú la primera.

Muchos olvidarán seguramente cómo fue este terrible día de mayo de 1980. La noticia estremeció a toda Cuba, cuando la radio y la televisión informaron que el lunes 12 de mayo, a las 11 de la mañana, nos había abandonado esta cantante de 49 años, en el hospital Miguel Enríquez. La funeraria de su pueblo natal no tenía capacidad para toda la gente que la quería. O como la prensa dirá en el futuro: “se hizo pequeña para acoger la multitud y fue necesario trasladarse hasta el liceo”. El histórico Liceo de Regla.

También se agregará a la historia del dúo Clara y Mario, esta sentida descripción de lo sucedido en Regla: “A las tres de la tarde cerraron los comercios y se invirtió el sentido de circulación de las calles para dar paso a la marea humana que acompañó el féretro. Desde los balcones y las azoteas de las casas los reglanos lanzaba flores”. Nadie escapa del llanto si recuerda este otro éxito de ellos, que suena a profecía:

No puedo verte triste, porque me mata /
tu carita de pena, mi dulce amor.
Me duele tanto el llanto que tú derramas,
que se llena de angustia mi corazón.

Angustia. Esa es la palabra exacta para describir lo que ha sentido esta localidad habanera que ha perdido a una de sus hijas más cariñosas y brillantes. Por suerte el cementerio estaba lleno de artistas muy conocidos que la apreciaban. Cuando Pinelli no pudo articular la despedida, Enrique Santiesteban tomó su lugar y dijo: ”Cuando se trata de despedir a artistas como Clara se secan los labios, brotan las lágrimas a raudales, se entristece el alma. Adiós. Los que te acompañamos hoy reconocemos tu arte depurado y elegante, arte que entregaste a todos con amor. Gracias por alegrarnos la vida tantos años”.

Fue un agradecimiento sincero. Una valoración de lo que ella y su amigo de la infancia y complemento del dúo, Mario Rodríguez Marrero, hicieron en la música de nuestro país desde el año 1953, cuando nació realmente aquel proyecto artístico que nos regalaría joyas como esta:

En una alegre campiña / donde florece la piña
aroman las flores / y arrulla el palmar.
Mirando el cielo azulado / un guajiro enamorado
sus penas de amores / se puso a cantar…

Ven, amorosa guajira / que ya nada me inspira
ni el canto del ave / que surca el azul.
Ven, a alegrar mi bohío / que hasta el lecho del río
se ha vuelto sombrío / porque faltas tú.

Pocos conocen la historia de sus comienzos. Cómo se conocían desde la infancia y que cantaron juntos por vez primera como cuenta él: “siendo niños los dos, en la casa de una amiguita de ella, Mercedes, en Perdomo y Recreo, en mi barrio natal, en Regla, vivienda donde me crie. Precisamente allí Clara y yo cantamos por primera vez a dúo y lo hicimos después muchas veces en muchos cumpleaños y fiestas de la localidad”.

Una tarde salieron al barrio de El Vedado, que era entonces la parte más moderna de la capital. Todo se encadenó, como si la mano de Dios lo hubiera diseñado. Mario Rodríguez revivió más tarde aquel recuerdo:

“Fuimos a La Habana los tres -Mercedes, Clara y yo- con la idea de ir a pasear un poco por la ciudad y de entrar al cine Wagner, conocido después por Radiocentro, sede de la inolvidable CMQ, y hoy por Yara. Al salir del cine, temprano, al mediodía, vimos una cola, y era que Gaspar Pumarejo estaba probando en el edificio de la Ambar Motors, en la calle 23, en la Rampa, a personas para presentarse y actuar en la televisión. No queríamos salir entonces en la recién inaugurada pequeña pantalla, pero sí deseábamos cantar, que nos oyeran e irnos después para la casa. Entramos. Nos sobraba tiempo. Dijimos que queríamos cantar a dúo. El pianista acompañante era David Rendón, famoso, de La Corte Suprema del Arte, pero Clara fue la que se sentó al piano. Cantamos algo de moda en ese momento, No me quieras tanto, de (Hernando) Avilés, uno de los cantantes del trío mexicano Los Panchos. No estábamos asustados, porque no pretendíamos ser seleccionados para la televisión. Pero el jurado se quedó ¡pasmado! ¿De dónde salieron ustedes?, nos preguntaron con asombro”.

Esa será la incógnita que se harán siempre los cubanos, sobre todo después de 1961, en que comenzaron a ser conocidos en toda la isla gracias a la radio y la televisión, y a piezas como este bolero de Carlos Puebla:

Cuando estés en la recta final / y no tengas ni a donde mirar
cuenta conmigo,
cuando sientas tu herida sangrar / y no tengas ni por quien llorar
cuenta conmigo.
Cuando sientas la necesidad / de una frase sincera y cordial
cuenta conmigo, / porque yo no te guardo rencor
y aunque en mí no tendrás un amor / por lo menos tendrás un amigo.

Felices quienes disfrutaron de su arte, de su alegría, de su humildad. Por eso eran tan queridos, porque eran estrellas y no cegaban con su luz. Ella había nacido el 7 de noviembre de 1930 en Regla. La bahía de La Habana la iba a ver muchísimas veces atravesarla para ir a cantar. Pero hoy, hasta el mar está triste, gris, sin espuma. En su velorio “La última guardia de honor la realizaron Pacho Alonso, Carlos Moctezuma, Cepero Brito y Centurión”. 

Ella quedó en nosotros como una alegría y también como un dolor. Hacía en el dúo una voz segunda extraordinaria, según su amigo, a quien preguntarán por qué, después de la muerte de Clara no formó otro dúo, y siempre la respuesta fue la misma: “Porque Clara era insustituible”.

Allá arriba, en el cielo, o en esa tierra a donde van los que hicieron bien en el mundo, se seguirá escuchando su voz, o el cantar del dúo, que dice:

Si en un final tuviera que escribir lo que ha sido mi mundo,
si en un final tuviera que alabar los días más profundos
sería de ti como compensación de quien más escribiera
porque tú eres amor, alegría, ilusión, sentimiento y quimera,
sentimiento y quimera, sentimiento y quimera.

Felices quienes disfrutaron de su arte, de su alegría, de su humildad. Por eso eran tan queridos, porque eran estrellas y no cegaban con su luz. 

Playlist

1. Clara y Mario - Como mi vida gris (Graciela Párraga)

00:00:16

2. Clara y Mario - Amor entristecido (Leopoldo Ulloa)

00:03:27

3. Clara y Mario - La bayamesa (Sindo Garay)

00:06:45

4. Clara y Mario - Lágrimas negras (Miguel Matamoros)

00:10:20

5. Clara y Mario - Si en un final (Juan Arrondo)

00:12:59

6. Clara y Mario - Aunque tengas otros amores (Pepito López)

00:15:45

7. Clara y Mario - Quiéreme mucho (Gonzalo Roig)

00:18:00

8. Clara y Mario - Yo no me muero de amor (Francisco Rubio)

00:21:29

9. Clara y Mario - Tú que tanto me diste (Leopoldo Ulloa)

00:24:41

10. Clara y Mario - Guajira sentimental (Jorge González Allué)

00:29:14

Recapiti
Jose Arteaga