Si alguna vez has visitado los monasterios de Armenteira, San Salvador de Camanzo o Santa María de Oia, es probable que te hayas sorprendido de su belleza, y quién sabe, hasta te hayas puesto en la piel de cómo vivía un monje dentro de sus muros. Más allá de ensoñaciones típicas de adeptos a la novela y película El Nombre de la Rosa, los extraordinarios monasterios que pueblan nuestra Denominación de Origen y otros muchos enclaves gallegos tuvieron gran importancia en el desarrollo de nuestros vinos. Por ejemplo… ¿Sabías que muchos siglos antes de servirse en el banquete nupcial de don Felipe y doña Letizia, los Albariños de Rías Baixas ya se encontraban entre los preferidos de los Reyes Católicos? ¿Y que ya por entonces se cataban en otros países de Europa? Sigue leyendo y descubre nuestra conexión con los monjes y todos los detalles de nuestra apasionante historia.
En la Denominación de Origen Rías Baixas es, como en todas las zonas vitivinícolas, el cultivo de la vid y la producción de vino es fruto de una tradición milenaria, conservada gracias a la transmisión oral de conocimientos en las familias de viticultores, de generación en generación. Pero como también ocurre en otras regiones de Galicia y Europa, el vino estuvo ligado durante nada más y nada menos que siete siglos a la vida de los monasterios, los mayores centros de conocimiento y de actividad económica de Europa durante la Edad Media.
La primera norma de calidad del vino de España vio la luz en Galicia
A partir del siglo XII, con el impulso del Camino de Santiago, llegaron a Galicia los monjes, sobre todo de las órdenes benedictina y cisterciense, que se establecieron en diversos enclaves de la geografía de la comunidad, alejados de los principales centros de población. En paralelo a esa expansión, diversas comunidades religiosas siguieron a la dinastía de Borgoña, que se trasladó a Galicia tras la boda de Raimundo de Borgoña con la reina Doña Urraca.
Los monjes, los únicos que por entonces documentaban sus conocimientos por escrito, dominaban la viticultura, la vinicultura y necesitaban el vino para sus eucaristías, pero posteriormente hicieron de esta necesidad virtud para convertir el vino en una actividad económica más. Gracias a su influencia, Galicia acogió la primera norma de España para garantizar la calidad del vino: recogida en las ordenanzas municipales de Ribadavia en 1579, todo un acontecimiento en la historia del vino de España.
Los monasterios se construyeron en zonas estratégicas, como valles fértiles, y en el entorno de las diversas rutas del Camino de Santiago. Disponían de tierras de cultivo y aforadas, en las que se plantaban vides y cereales, entre otros cultivos.
La técnica importada para expandir uvas autóctonas
¿Y todo esto qué tiene que ver con los vinos D.O. Rías Baixas? Mucho pero no tanto como se llegó a sostener durante décadas. La influencia de los monasterios fue tan grande que en los primeros años de existencia de la Denominación de Origen Rías Baixas, creada en 1988, la teoría predominante era que los monjes habían traído desde Francia nuestra variedad de uva más importante y conocida, la Albariño. Si bien, la investigación científica y el hallazgo de yacimientos del siglo I después de Cristo demostraron que se trata de una variedad autóctona, única en el mundo, y cultivada desde antiguo en la provincia de Pontevedra y el norte de Portugal.
Lo monjes benedictinos en el Monasterio de Oia y San Xoán de Poio y los del Císter, en el de Armenteira sí tuvieron un papel capital en el cultivo del Albariño y otras variedades autóctonas, que con anterioridad y en paralelo mantuvieron también las familias, a pequeña escala dentro de la economía de subsistencia que caracteriza a Galicia y explica una de nuestras características más reconocibles a pie de viñedo, el minifundismo extremo.
Los monjes de estas órdenes defendían la necesidad y practicaban el trabajo manual y fueron los responsables de la extensión y el perfeccionamiento de estos cultivos en las diferentes comarcas y las subzonas, especialmente en el Val do Salnés, O Rosal y Ribeira do Ulla. Descubre qué monasterios forjaron nuestra historia y cómo lo hicieron.
Monasterio de Armenteira
La Orden Cisterciense es una de las que recaló en Galicia que mejor documentaron su actividad y actualmente, existe testimonio en sus documentos oficiales de la existencia del Monasterio de Armenteira desde 1162. Desde entonces mantuvo una actividad discreta con una pequeña comunidad de monjes que se mantuvo hasta que en el siglo XV inició su decadencia, intensificada a partir de 1523 con la desamortización, que acabó por vaciar el monasterio hasta que fue rehabilitado en el siglo XX y recuperó la actividad monástica con una comunidad de monjas.
A los monjes de Armenteira se les atribuye la mejora de las técnicas de cultivo y, sobre todo, la extensión de los viñedos en el municipio de Meis y sus alrededores, primero, y al resto del Val do Salnés, después. Las fértiles riberas del río Umia pronto revelaron su potencial vitivinícola y desde estas zonas, los monjes extendieron los viñedos a otras áreas de la provincia y norte de Portugal.
El vino de la corte de los Reyes Católicos
Una de las claves de nuestra expansión más reciente fue que uno de los vinos servidos en el banquete nupcial de los actuales reyes, don Felipe y doña Letizia, fue un Albariño D.O. Rías Baixas. Pero el éxito de nuestros vinos en la corte real viene de antiguo. Hoy está documentado que, gracias a esta expansión iniciada por los monjes, el Albariño de nuestra zona se convirtió en uno de los vinos apreciados en la corte de los Reyes Católicos, lo que dio lugar a un pujante comercio con Inglaterra y Flandes.
Monasterio de Santa María de Oia
La fecha de fundación de este magnífico monasterio, el único situado frente al mar, es incierta, pero existe testimonio de su actividad desde al menos el año 1137. Inicialmente fue un monasterio benedictino, aunque en el siglo XVI se incorporó a la congregación cisterciense. Los monjes desplegaron en el entorno de este recinto monástico su conocimiento en el cultivo de la vid, traído de las abadías francesas. Dejaron como legado el desarrollo de los viñedos de Albariño y otras variedades autóctonas que aún hoy se cultivan en nuestra subzona de O Rosal, una de las precursoras en la comercialización de vinos de calidad, antes de que se fundara nuestra Denominación de Origen.
El Monasterio de Santa María de Oia recibió una gran cantidad de terreno en sucesivas donaciones reales y en 1163 sus monjes se hicieron con la granja da Cheira, en el municipio de O Rosal y bañada por el río Tamuxe, desde donde experimentaron y desarrollaron una gran actividad vitivinícola que hoy permanece en manos de las bodegas de nuestra subzona de O Rosal.
Monasterio de San Xoán de Poio
Este monasterio medieval, en origen, benedictino encierra grandes singularidades, entre ellas, que es el único donde todavía se elabora un vino que es posible comprar. Situado en un alto sobre la ría de Pontevedra y dentro del municipio de Poio, la fecha de su fundación es desconocida, aunque se estima que es de los más antiguos, de en torno al siglo VII. Tiene una de las mayores bibliotecas monásticas de España, con más de 100.000 volúmenes, una iglesia renacentista del siglo XVI bien conservada y dos claustros espectaculares. Quizá el mayor testimonio de su riqueza es un hórreo monumental, de cerca de 30 metros de largo, que da fe de su actividad agrícola.
Desde el siglo XIX está gestionado por la orden mercedaria y sigue habitado por una comunidad de monjes que elabora vino con uvas Albariño y Mencía, aunque fuera de la Denominación de Origen Rías Baixas, ya que pertenece a la Indicación Xeográfica Protexida de Ribeiras do Morrazo. La producción es pequeña, pero se logra en un viñedo ubicado dentro del monasterio, donde existe actividad vitivinícola desde hace más de un siglo, por lo que cabe deducir que también en esta zona los monjes tuvieron su peso en el desarollo de la vitivinicultura, en este caso, para consumo propio, cuando no estaban definidas las fronteras de nuestra Denominación.
Monasterio de San Salvador de Camanzo
En nuestra subzona de Ribeira do Ulla se encuentra San Salvador de Camanzo, un monasterio fundado en el siglo X por los condes de Deza. Se cree que la primera comunidad fue de la orden benedictina, pero este monasterio modesto mantuvo su actividad hasta la desamortización del siglo XIX. Es uno de los mayores exponentes del románico gallego y en lo que fue su impresionante claustro todavía se conserva un pequeño viñedo centenario que da testimonio de la actividad de los monjes. Muros afuera hay amplias parcelas de viñedo que pertenecían a este ámbito y hoy se conservan en manos de nuestras bodegas. Son la prueba de que también en nuestra subzona más septentrional debemos una parte de la actual expansión y reconocimiento mundial de nuestros vinos D.O. Rías Baixas a los monjes. ¿Brindas con nosotros por nuestra historia?