ACOM lamenta el decepcionante respaldo sin matices que el Rey Felipe VI sigue ofreciendo al régimen del emir de Catar (1), expresando su solidaridad con esa satrapía tras el ataque iraní contra la Base Aérea de Al Udeid, así como elogiando el supuesto papel del emir en la consecución del alto el fuego entre Irán e Israel.
Entristece que, mientras mantuvo silencio ante los ataques iraníes contra la población de un país amigo y aliado como Israel, la Corona española se apresure a ofrecer un apoyo completamente acrítico a un régimen que ha convertido sistemáticamente sus inversiones en palancas de influencia política y ha proporcionado refugio y protección a líderes de organizaciones terroristas como Hamás y, en décadas anteriores, Al Qaeda.
En la última década, Catar ha desplegado un lobby masivo y sofisticado a escala global, orquestando generosas aportaciones a universidades, think tanks, medios de comunicación y partidos políticos occidentales para moldear la opinión pública y obtener favores gubernamentales. Con cerca de 330.000 millones de dólares gestionados a través de su fondo soberano, los cataríes no realizan inversiones económicas convencionales: compran voluntades políticas. Solo sus intentos de corromper instituciones internacionales, desde el conocido Qatargate ante la UE (2) o la compra del Mundial de fútbol de la FIFA (3) serían suficientes para que la Casa del Rey adoptara una postura más cuidadosa y moderada en los elogios de un régimen de estas características.
Esta operación de influencia ha convertido a Qatar en un actor decisivo en sectores estratégicos de la economía española (4), pero su objetivo no es el rendimiento financiero, sino el ejercicio de cabildeo e influencia política indirecta a favor de una satrapía medieval.
A nivel global , su respaldo sistemático a movimientos subversivos, anti occidentales y pro islamistas en medios académicos (5) ha sido ampliamente documentada y denunciada. Estrategias inseparables de su financiación y apoyo a la Hermandad Musulmana y otros grupos que exportan el islamismo radical y el islamismo. Y, asociado a todo ello, su fomento a las campañas y amenazas más violentas contra las comunidades judías en todo el mundo, también en nuestro país.
La contradicción fundamental de Catar reside en su doble juego: mientras mantiene bases militares aliadas en su territorio, sus fondos fluyen sistemáticamente hacia organizaciones terroristas. Catar no es un aliado fiable para las democracias occidentales: ha acogido y protegido al liderazgo político y militar de Hamás, proporcionándoles recursos financieros, logísticos y diplomáticos.
La implicación activa de Qatar en los ataques terroristas del 7 de octubre contra Israel resulta indiscutible. Durante 15 años Hamás construyó una red demoniaca de túneles de más de 500 kilómetros para que los terroristas se parapetarán bajo viviendas, hospitales, escuelas y mezquitas y desde allí lanzarán sus ataques usando a la población como escudos humanos. Estas infraestructuras subterráneas no solo facilitaron el traslado furtivo de armas y terroristas, sino que permitieron el secuestro masivo de rehenes civiles israelíes.
Todo eso se realizó con la financiación de más de 1.500 millones de Euros del emir que hoy recibe los encendidos elogios del Rey de España.
Es especialmente revelador que, si Catar hubiese tenido una voluntad genuina de mediar constructivamente, los rehenes israelíes habrían sido liberados en cuestión de horas tras su secuestro, y los responsables de la masacre, huéspedes a cuerpo de rey del emir, habrían sido entregados a la justicia internacional. Sin embargo, Catar ha optado cínicamente por prolongar deliberadamente el conflicto, utilizando el sufrimiento de las víctimas como moneda de cambio diplomático.
Que el Rey de España adopte una postura de respaldo hacia Catar, particularmente en el contexto de su supuesto papel mediador entre Irán e Israel, representa un grave error de juicio político y moral. Equiparar las responsabilidades de un régimen teocrático que patrocina el terrorismo internacional con las de la única democracia de Oriente Medio constituye una equidistancia moralmente inaceptable.
Esta postura no solo compromete la credibilidad de la Corona española, sino que envía una señal desastrosa a la comunidad internacional sobre la disposición de España a tolerar y blanquear regímenes que sistemáticamente socavan la seguridad y estabilidad internacionales.
Enlaces:
(1) King of Spain praises Amir’s role in facilitating Iran-Israel ceasefire
(2) Caso Qatargate
https://es.wikipedia.org/wiki/Caso_Qatargate
(3) ‘Los entresijos de la FIFA’, el documental de Netflix que denuncia el Mundial de Qatar
(4) Informe sobre la influencia e inversión catarí en España:
(5) La sofisticada campaña de lobby internacional de Catar
(6) The Qatari Regime, Hamas and the Muslim Brotherhood – The Globalisation of Antisemitism and Anti Democracy