Cómo reinventarse después de una carrera al más alto nivel fue el eje central del último encuentro de la Asociación Española de Directivos (AED). Alfonso Jiménez, partner de Exec Avenue y autor del libro “La segunda carrera del directivo” ofreció una visión estratégica sobre cómo abordar esa transición con método, propósito y planificación: desde el momento en que se abandona la función ejecutiva hasta el diseño de un nuevo portafolio profesional que combine rentabilidad, impacto y continuidad.
“El error más común es no pensar en ello hasta que ocurre”, advirtió Jiménez. Según explicó, su propio tránsito comenzó al cumplir los 60 años, cuando decidió formalizar un relevo generacional en People Matters, firma que fundó y lideró durante casi dos décadas. La pandemia aceleró su decisión de pasar el testigo y abrir una nueva etapa, marcada por la reflexión y el diseño consciente de su futuro.
Ese proceso derivó en su libro, fruto tanto de su experiencia como de más de 300 entrevistas anuales con altos directivos. “La segunda carrera es distinta a la primera: más libre, más selectiva, pero también más corta y exigente en su diseño”, explicó.
Jiménez insistió en la importancia del autodiagnóstico como primer paso: identificar conocimientos, experiencias, marca personal y red de contactos. “El directivo debe entenderse a sí mismo como un producto de mercado”, afirmó. A partir de ahí, se trata de construir una propuesta de valor adaptada a nuevas formas de contribución profesional: consejos asesores, mentoring, docencia, inversión, o actividades de impacto social.
Alertó también sobre el riesgo de un sabático prolongado: “Si desapareces dos años, nadie recuerda ni tu nombre. Lo primero que se deteriora son las relaciones, porque el 90% están ligadas al cargo, no a la persona”, explicó.
Jiménez defendió un enfoque “portafolio” para esta nueva etapa, combinando actividades lucrativas con otras no retribuidas, como la docencia o la colaboración con fundaciones: “El aprendizaje continuo es clave para la salud mental y cognitiva del directivo. Y el impacto social, una fuente de propósito”.
Entre las opciones más comunes destacó el rol de senior advisor, la participación en consejos asesores, el impulso de startups como business angels o emprendiendo, aunque lamentó la escasa cultura del interim management en España, frente a su consolidación en mercados como Francia o los Países Bajos..
Jiménez reconoció el avance en la paridad de los consejos de administración, pero advirtió del “gap” que persiste en industrias como la tecnológica o energética: “Debemos facilitar que más mujeres inicien y extiendan sus segundas carreras con éxito”.
Uno de los bloques más comentados fue el financiero. “Muchos directivos no han ahorrado lo suficiente. Hay que planificar no solo desde el punto de vista vocacional, sino económico”, indicó. Con la esperanza de vida creciendo —más de 34.000 centenarios previstos en España en 2030—, Jiménez recomendó acudir a un planificador financiero antes de dejar la vida ejecutiva: “Una buena planificación evita tener que desinvertir el patrimonio prematuramente”.
También defendió un cambio cultural en las empresas: “No se puede asumir que un directivo senior no tiene nada que aportar. Hay que desterrar ese prejuicio”.
En el cierre del encuentro, Jiménez lanzó un mensaje motivador a los asistentes: “La actividad genera relaciones, propósito, salud. El ser humano no puede estar inactivo”. E insistió en que la segunda carrera debe ser planificada, personalizada y, sobre todo, significativa: “Porque cuando el mercado ya no demande nuestra experiencia, solo nos quedará aquello que hayamos cultivado con vocación y autenticidad”.