El uso del amianto en diversas industrias ha sido ampliamente documentado, pero su presencia en el mundo del espectáculo, concretamente en los decorados de cine y teatro, es un aspecto menos conocido y, sin embargo, igualmente preocupante. Durante buena parte del siglo XX, especialmente entre las décadas de 1930 y 1970, este material fue empleado con frecuencia en estudios cinematográficos, teatros y sets televisivos debido a sus propiedades aislantes, su resistencia al fuego y su bajo coste. Hoy, esta herencia constituye un riesgo invisible que afecta tanto a profesionales del sector como a quienes acceden a espacios históricos sin una adecuada gestión del riesgo.
El uso del amianto en películas
El amianto, conocido también como asbesto, fue ampliamente utilizado como “nieve falsa” en películas navideñas y otras producciones que requerían efectos invernales. Una de las escenas más emblemáticas que ilustran este uso aparece en películas clásicas de Hollywood, como El mago de Oz (1939) o Qué bello es vivir (1946), donde se rociaban los decorados con fibras de amianto para simular nieve, sin conciencia del peligro que ello implicaba. Esta práctica no se limitó al cine estadounidense. En Europa, especialmente en Reino Unido, Francia y España, también fue común el uso de materiales con contenido de amianto en escenografías, trajes ignífugos, telones, bastidores de madera recubiertos y elementos estructurales en salas teatrales de gran antigüedad.
Los espacios escénicos presentan características únicas que han favorecido la persistencia del amianto sin detección inmediata. En muchos teatros históricos aún en funcionamiento, los materiales originales no han sido completamente renovados, lo que implica un alto riesgo de exposición para técnicos, actores y personal de mantenimiento. La manipulación de decorados antiguos o el desmontaje de estructuras sin un diagnóstico previo puede liberar fibras microscópicas, altamente peligrosas para la salud. Estas fibras, una vez inhaladas, pueden permanecer en los pulmones durante décadas y provocar enfermedades graves como la asbestosis, el cáncer de pulmón y el mesotelioma pleural.
¿Dónde encontramos amianto en un teatro?
Uno de los aspectos más problemáticos de esta situación es la falta de documentación y registro técnico sobre los materiales utilizados en producciones antiguas. En España, aunque la legislación prohíbe el uso de amianto desde 2002, aún existen numerosos decorados antiguos conservados en estudios, archivos cinematográficos o almacenes teatrales sin una evaluación de riesgos adecuada.
Un claro ejemplo del uso de amianto en teatros lo encontramos en los telones cortafuegos o telones de boca, instalados entre el escenario y el patio de butacas como medida de seguridad frente a incendios. Estos telones, especialmente comunes desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, se fabricaban frecuentemente con tejidos de amianto o con capas de lona recubiertas con compuestos a base de amianto friable, por su excelente resistencia al calor y capacidad para retardar la propagación de llamas. Este tipo de amianto, al no estar compactado ni unido firmemente a otros materiales, resulta extremadamente peligroso: basta una leve vibración, manipulación o corriente de aire para que las fibras sean liberadas al ambiente.
El amianto friable en estos elementos decorativos y de seguridad no solo representaba un riesgo para el personal técnico durante su instalación o uso, sino que hoy constituye una amenaza crítica durante las labores de desmantelamiento o restauración escenográfica. A diferencia del amianto no friable (como el contenido en placas de fibrocemento), el friable requiere procedimientos de retirada altamente especializados, con confinamiento total del área, utilización de sistemas de extracción por depresión, filtros HEPA, y equipos de protección individual más avanzados.
La peligrosidad se incrementa aún más cuando estos telones han permanecido en espacios mal ventilados durante décadas, acumulando polvo y degradándose con el paso del tiempo, lo que facilita la dispersión de fibras microscópicas en cada movimiento. En muchos teatros patrimoniales, además, los telones ignífugos originales han sido simplemente conservados por su valor histórico, sin una evaluación adecuada del riesgo que representan.
Por ello, en proyectos de rehabilitación teatral, es fundamental realizar una inspección técnica especializada previa, que determine si existe presencia de amianto friable y que garantice su correcta gestión. Esta labor solo puede ser llevada a cabo por inspectores homologados.
El amianto en telones de teatro es un ejemplo paradigmático de cómo un material que fue considerado un avance en prevención de incendios puede convertirse, con el tiempo, en un foco de riesgo ambiental y sanitario, especialmente si no se aborda con el rigor técnico que su peligrosidad exige.