Hoy inauguramos una nueva sección en esta plataforma. A través de ‘Testimonios con presente y futuro’ queremos acercaros a las historias de personas que forman, o han formado, parte de Nuevo Futuro. Las vivencias de aquellos y aquellas que dan sentido a nuestro día a día. Sin más preámbulos, comenzamos con la historia de Pili.
¿Qué sucede cuando una niña de apenas 15 años toma la decisión más valiente de su vida? Pili lo sabe bien. Hoy tiene 35 y, al mirar atrás, no duda en definir a su yo del pasado con una sola palabra: guerrera.
Pili llegó a uno de los hogares de protección de la delegación de Santander de nuestra Asociación con 15 años recién cumplidos buscando lo que no encontraba en casa: seguridad. Detrás quedaban años de abusos, miedo y silencios impuestos. Fue ella quien dio el paso. Fue ella quien dijo “basta”: “Sabía que algo no estaba bien. No era normal. Y aunque no entendía todo lo que me estaba pasando, decidí hablar”.
Su historia comienza con una denuncia valiente y un traslado a uno de nuestros hogares. La entrada, recuerda, fue: “desconcertante: más niños, educadores que no conocía, una casa que no era mía”. Pero también, por primera vez en mucho tiempo, sentía tranquilidad. “Era como estar en casa, pero sin ser tu casa. Todo era raro, extraño… pero me sentía tranquila”, recuerda.
A lo largo de los años que vivió en el hogar, encontró cariño, reconocimiento, límites sanos y algo que nunca antes había tenido: confianza. Le costó al principio. No entendía por qué los educadores y educadoras le decían que hacía las cosas bien. En su casa de origen, lo único que se reconocían eran los errores. “Cuando me decían que confiaban en mí… me echaba a llorar. No lo entendía”. Ahí comenzó una nueva vida.
Sin embargo, la convivencia con su hermano, que era menor que ella y también vivía en nuestro hogar de protección, no fue fácil. Él no entendía, y ella, con dolor, asumía la distancia emocional: “Decidí romper con todo lo que no quería para mi vida”.
Un faro llamado Marta
Cuando llegó el momento de marcharse del hogar, al cumplir la mayoría de edad, Pili lo vivió como una pérdida, “me llevé el disgusto del siglo. Sentía que me estaban sacando de mi casa otra vez”. De ahí la derivaron a un centro para jóvenes extutelados, el cual terminó dejando por las barreras que le imponían y que no trabajan en pro de su autonomía. Ahí comenzó un pequeño periplo que le llevó a compartir piso varias veces. También se vio obligada a dejar los estudios. Una época llena de vaivenes, pero con un motor interno inquebrantable: “Aunque estaba de un lado a otro, nunca dejé de trabajar”, destaca.
Entre el caos, siempre aparecía una figura clave: Marta, gerente de Nuevo Futuro Santander. Su referente, su apoyo incondicional, su familia elegida. “Con ella es todo más fácil. Le cuento las cosas como son. Es mi empujón cuando me faltan fuerzas”, relata Pili con emoción.
Gracias a Marta, con quien Pili se ha mantenido en contacto a lo largo de los años, retomará sus estudios y se centrará en el área de la Atención Sociosanitaria: “Lo que no pude terminar entonces, lo voy a lograr ahora”. Y es que, como ella misma reconoce, cuando piensa en Marta y Nuevo Futuro le vienen a la cabeza tres palabras: “Cariño, amor y familia”.
Una mujer, varios trabajos, un corazón enorme
Hoy, a Pili el empleo no le falta: cuida mayores, trabaja en apartamentos turísticos, ayuda a niños y niñas que vienen del extranjero. Cada cosa la hace con entrega, porque hay una lección que nunca olvida: “Trata a las personas como a ti te hubiera gustado que te trataran”.
Es madre, tiene pareja desde hace 16 años, y ejemplo de superación. Pero no olvida… Con su padre el contacto es mínimo. Con su madre, lo hay desde la comprensión: “Ella no era consciente de lo que ocurría por su enfermedad y además también era una víctima”.
¿Y el estigma? No tiene lugar en su vida. “La gente cree que en un centro de menores solo están quienes se portan mal. No es verdad. Yo fui por supervivencia. Creo que hoy en día, antes de juzgar y hablar, la gente tiene que informarse sobre lo que son los niños en protección y por qué viven en centros”.
“Si pudiera hablarle a la Pili de hace 20 años… Le diría ¡Eres una guerrera!” Porque lo fue. Y lo sigue siendo.
Pili camina ahora con ilusión y con un propósito que ilumina su presente: “Tengo potencial y quién sabe, quizá algún día sea yo quien esté al otro lado, educando, apoyando y acompañando a quienes más lo necesitan. Quizá algún día pueda trabajar con los niños, niñas y adolescentes de Nuevo Futuro“. Desde luego a nosotros y nosotras no nos cabe ninguna duda de que lo conseguirá.
¡Ya sabes que aquí tienes tu casa, Pili!
Fotos: Belén de Benito