TRABAJO en solitario: ➣ riesgos invisibles del aislamiento

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El trabajo en solitario puede tener ventajas para determinadas personas. Mayor tranquilidad, carencia de interrupciones y menor interacción social. Sin embargo, también acarrea riesgos invisibles que se deben tener en cuenta.

¿Qué se entiende por trabajo en solitario o aislamiento?

Se considera trabajo en solitario o en aislamiento a toda actividad que se realiza sin la presencia física de otras personas que puedan prestar ayuda inmediata en caso de incidente. Aunque podamos pensar en lugares remotos, basta con que no haya supervisión directa o contacto continuo con el entorno laboral.

Por tanto, no equivale a la soledad física como tal, sino que el problema está en la carencia de apoyo ante una posible emergencia. Es decir, que podría tratarse de una persona aislada en un taller, un despacho, en carretera o incluso en casa. Si sucede algo inesperado, hay una exposición a los riesgos de no tener a nadie cerca que pueda intervenir.

Para evitarlos, existen normativas de prevención, como la NTP 344, que regulan este tipo de trabajo y que obligan a las empresas a realizar evaluaciones específicas de riesgos. Pero también a establecer protocolos que puedan proteger al personal en estas condiciones.

¿Qué trabajos se incluyen en esta categoría y cuáles no pueden figurar en ella?

Si bien no podemos considerar que cualquier trabajo en solitario es de riesgo, sí que hay muchos que requieren medidas especiales. Algunos ejemplos de trabajos que entran en esta categoría son estos:

  • Técnicos de mantenimiento que trabajan en instalaciones industriales sin compañía.
  • Personal de limpieza nocturno en edificios vacíos.
  • Conductores de larga distancia.
  • Vigilantes de seguridad que cubren turnos en solitario.
  • Repartidores o mensajeros en zonas alejadas o rurales.
  • Teletrabajadores que realizan jornadas completas sin contacto con su equipo.

Al mismo tiempo, también encontramos trabajos que nunca deberían realizarse en solitario, puesto que entrañan un riesgo muy elevado. De hecho, la propia normativa lo prohíbe. Por ejemplo, los siguientes:

  • Trabajos en altura sin supervisión.
  •  Operaciones en espacios confinados.
  •  Uso de maquinaria pesada o sustancias peligrosas sin apoyo.
  •  Actividades en entornos con riesgo de explosión o inhalación de gases tóxicos.

En estos casos, es obligatorio contar con recursos de prevención o con un sistema de vigilancia que permitiera actuar de inmediato si se produjera un accidente.

¿Cuáles son los riesgos del trabajo en solitario?

El trabajo en solitario tiene ventajas, pero se puede convertir en una amenaza para la seguridad y la salud si no se aplican las medidas preventivas adecuadas. Estas se deben dirigir tanto a los riesgos físicos como a los psicosociales, que repercuten tanto en la salud como en la productividad. 

Dentro de los físicos, encontramos los tiempos de respuesta más largos ante un accidente, la imposibilidad de pedir ayuda si se produce una caída o la persona queda atrapada, así como si se desmaya. También la falta de asistencia en situaciones médicas urgentes, como un infarto, una hipoglucemia o una intoxicación.

En los riesgos psicosociales, que pasan más desapercibidos, encontramos el aislamiento social y la sensación de abandono; la fatiga mental al no poder compartir decisiones o consultar dudas; estrés y ansiedad por sentirse expuesto o inseguro, y una disminución de la motivación y del rendimiento.

Medidas de prevención

La prevención es la herramienta principal de la que disponemos para reducir los riesgos del trabajo en solitario. Para que sea eficaz, hay que identificar estas situaciones y aplicar medidas específicas, tanto técnicas como organizativas. Como las siguientes:

  • Evaluación y planificación. Hay que detectar todos los puestos en los que pueda haber trabajo aislado. Después se evaluarán los riesgos asociados a cada situación y se establecerán protocolos de actuación ante un accidente o emergencia y un plan de seguridad
  • Uso de tecnología. Consiste en dotar a la plantilla de dispositivos de comunicación bidireccional, como móviles, radios o apps. Usar sistemas de geolocalización o dispositivos con detección de inactividad, caídas o pulsadores de emergencia. También monitorizar en tiempo real la actividad y el estado de la persona.
  • Formación y apoyo humano. Capacitar al personal para reconocer los riesgos y actuar adecuadamente; dar formación en primeros auxilios; especialmente en colectivos que trabajan alejados, y establecer rutinas de contacto periódico.

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