Inauguramos una nueva sección en la web del Bufete Mas y Calvet, donde vamos a exponer de manera divulgativa el régimen jurídico aplicable a algunos supuestos concretos del funcionamiento de la SL y la SA: el régimen de responsabilidad de las aportaciones no dinerarias al capital social, el derecho de información de los socios y el nombramiento de consejeros.
¿Qué es mejor una SL o una SA? Pues depende de lo que se pretenda lograr con ella. En general se piensa que las sociedades grandes tienen que ser SA y las pequeñas, SL. Este punto de vista no es del todo correcto ya que existen sociedades importantes que son SL y SA que son pequeñas.
En los últimos años, del total de sociedades de capital constituidas en España, casi el 95% son SL. Dato fáctico que rebaja la importancia de las SA, si bien, aunque estas últimas sean pocas, tienen un peso muy grande en la economía española.
El régimen jurídico de la SL y la SA es bastante diferente. La SL no es una SA “en talla S”. Es importante decidir cuál de los dos tipos es el más adecuado al proyecto empresarial que se quiere iniciar.
Cuando arranca un proyecto muchos emprendedores piensan que van a empezar un negocio pequeño, aunque su objetivo es hacerlo muy grande e incluso cotizar en un mercado regulado. En este caso, sería posible empezar como SL y luego transformarse en SA. El problema es que ese paso tiene un coste, aunque no tan elevado como se pueda pensar. Por eso, lo más prudente puede ser escoger el tipo más sencillo y adaptable (la SL) y esperar la evolución del negocio. Si crece y aumenta, se puede transformar en SA. Si por el contrario, no funciona, se habrá empleado una estructura más sencilla y económica que la SA.
La elección entre una Sociedad Limitada (SL) o una Sociedad Anónima (SA) depende de la situación concreta de los socios, del proyecto empresarial y del marco jurídico que resulte aplicable. En los artículos que os compartiremos se irán analizando diferentes supuestos.
En cualquier caso, contar con el asesoramiento especializado de un bufete con experiencia resulta esencial, ya que permite analizar estos supuestos concretos y orientar la decisión hacia la figura jurídica más adecuada para garantizar la seguridad, eficiencia y sostenibilidad del negocio en el largo plazo.
