Cada septiembre, el color amarillo ilumina una causa urgente y necesaria: la prevención del suicidio. Desde 2003, la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio y la OMS promueven cada 10 de septiembre el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, recordándonos que este drama humano, que afecta a millones de familias en el mundo, puede prevenirse.
Pero, ¿por qué el amarillo? La respuesta se encuentra en una historia concreta, la de Mike Emme, un joven estadounidense que en 1994 se quitó la vida. Sus padres y amigos, en medio del dolor, iniciaron una campaña de esperanza: repartieron cintas amarillas con el mensaje “Si estás en problemas, busca ayuda”. Ese gesto se transformó en un símbolo mundial que hoy nos recuerda que visibilizar salva vidas.
- El suicidio no es un tema lejano ni ajeno:
- Cada 40 segundos alguien muere por suicidio en el mundo.
- Es la segunda causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años.
- La mayoría de las personas que lo intentan habían expresado previamente su sufrimiento.
Por eso, hablar de suicidio no lo provoca, hablarlo lo previene. Reconocer señales, acompañar con cercanía y promover la ayuda profesional son caminos concretos para cuidar la vida.
Como Hermanas Hospitalarias, creemos que acompañar salva vidas. La hospitalidad nos invita a abrir el corazón, a escuchar sin juzgar y a tender puentes hacia la esperanza. Y cuando el dolor se vuelve demasiado grande, recordamos que buscar ayuda profesional no es debilidad, es un acto de valentía.
Si tú o alguien cercano está atravesando un momento difícil, no lo enfrenten solos: pide ayuda, busca un profesional de la salud mental. Siempre hay salida, siempre hay esperanza.
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