Navarra, aislada, y la transición energética

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Mal que nos pese, al menos a algunos, Navarra está aislada. No tenemos acceso al tren de alta velocidad, no disponemos de conexión con autovía a Madrid, nuestro aeropuerto apenas ofrece opciones… Todo esto hace que llegar a Pamplona sea una aventura. Ahora nos hemos superado: ya ni la electricidad puede llegar a nuestra comunidad. El Estado ha rechazado la autorización administrativa previa a varios proyectos, por lo que Navarra ha quedado fuera de todas las líneas de transporte, que son las autopistas de la electricidad. Así se publicó en este mismo medio el 29 de agosto. Además, el 19 de septiembre conocíamos que el borrador de la nueva planificación eléctrica niega a esta tierra la capacidad eléctrica que solicita, clave para la industria.

¿Qué tiene que ver este asunto con la transición energética? Básicamente, todo. La citada transición se basa en varios pilares, pero uno de los fundamentales es la electrificación. Para electrificar es evidente que lo primero que hace falta es electricidad, y en grandes cantidades. Para ello hay distintas estrategias en función de lo que se quiera electrificar, pero siempre lo que se debe ofrecer es un suministro continuo, estable y con las menores emisiones de CO2 posibles.

Si revisamos las estrategias tanto del País Vasco como de Aragón, podemos ver que son muy distintas a la que está empleando el Gobierno foral. En el País Vasco lo están haciendo muy bien. Prácticamente no tienen generación local, pero han iniciado la construcción de una conexión de 2.000 MW a la red nuclear francesa, lo que demuestra que ellos sí contemplan el apoyo nuclear en el largo plazo a pesar del posible cierre en España. Para que nos hagamos una idea, esta conexión es como tener la central de Lemóniz funcionando al 100% pero en Francia. ¡Brillante!

Por otro lado, han conseguido que la red que debería conectar Navarra con el País Vasco se bloquee. Esto les permitirá, en caso de problemas (nuevo apagón), poder emplear ellos solos la conexión con Francia, y a la vez muestra el poco interés que tienen en la exportación desde Navarra de electricidad verde. Además, están consiguiendo enormes cantidades de permisos de conexión, de los que Navarra carece. Esto se traduce en que, al final, se les pone la alfombra roja a nuevas industrias, incluyendo centros de datos, que son las que más electricidad y estabilidad necesitan. En resumen, un sobresaliente para el señor Pradales y su equipo.

Por su parte, Aragón no tiene gran cantidad de generación síncrona, pero sí posee generación renovable y, sobre todo y para asegurar la estabilidad, tiene una conexión directa con las tres centrales nucleares catalanas. Al disponer de una conexión de baja potencia con Navarra, limitará el posible flujo de energía hacia nuestra tierra. No llega al sobresaliente, pero sí al notable.

En cambio, en Navarra seguimos empeñados en el solo verde y en seguir aislados. Craso error. Las renovables son y deben seguir siendo un pilar de la economía navarra, pero solo con renovables nunca seremos competitivos. Si hoy queremos ofrecer estabilidad solo podemos recurrir a los ciclos combinados de la Ribera, enormes emisores de CO2 cuando deben apoyar a las renovables. Si lo comparamos con el cable del País Vasco al que he hecho referencia antes, los ciclos combinados emiten 14 veces más CO2 que la red eléctrica francesa, ¿Cuál de las dos opciones es más respetuosa con el medio ambiente? La respuesta, si la pensamos fríamente, es clara. Como resultado no diré que suspenso para el Gobierno foral, pero estamos muy cerca.

En la información publicada en septiembre leíamos que el consejero de Industria, Mikel Irujo, está preocupado, ¡y con razón! Pero solo con preocupación no se resuelve el problema. Lo que se necesita es actuar, y rápido. No entiendo cómo no somos capaces de imitar a nuestros vecinos del oeste habiendo la conexión directa que hay entre ambas Administraciones.

Existen varias opciones: entre otras, reactivar la conexión con el País Vasco, lanzar de una vez la conexión con Francia a través del Pirineo, acelerar las instalaciones de acumulación por bombeo, acelerar las instalaciones de almacenamiento eléctrico o térmico y, aunque muchos me traten de marciano y sea un tema políticamente incorrecto, incluso replantear el futuro nuclear. De todas ellas y siguiendo el ejemplo del País Vasco, pienso que la mejor y más urgente es la conexión con Francia, ya que nos proporcionaría estabilidad, buen precio y bajísimas emisiones de CO2, sin olvidarse de la conexión cancelada con País Vasco.

La peor opción es no hacer nada y seguir aislados de la red de transporte. Será difícil que ningún inversor venga a nuestra tierra si compara la situación en Navarra con la de nuestros vecinos. El tema es serio: contar con la capacidad eléctrica necesaria es fundamental para el desarrollo de una región y de su industria porque garantiza la seguridad energética, la continuidad de la producción y la competitividad de las empresas. Sin un suministro suficiente, estable y a precios razonables, se corre el riesgo de sufrir interrupciones, sobrecostes y pérdida de inversiones frente a territorios y aquí los tenemos muy cerca que sí ofrecen esa certidumbre.

Confío en que nuestro Gobierno recapacite y vuelva a analizar si la estrategia escogida es la mejor para implementar las acciones necesarias para que Navarra vuelva a ser un destino apetecible para la industria, que es lo que esperamos muchos navarros. Estaría encantado de poder felicitar al señor Irujo y su equipo una vez que Navarra vuelva a ser atractiva para la industria y otorgarle un sobresaliente, como al lendakari.

Recapiti
ana-yerro