El proyecto transfronterizo PYRENEES4CLIMA avanza con 33 experiencias piloto que ya muestran resultados concretos en adaptación al cambio climático en el Pirineo. Agricultura diversificada, gestión forestal frente a aludes o acuerdos de custodia del territorio son algunas de las iniciativas que se han dado a conocer en Jaca y sobre el terreno, consolidando a la cordillera como un laboratorio vivo de soluciones climáticas para Europa.
Terabithia Press / Jaca (Huesca)
En los últimos años, el Pirineo se ha convertido en un escenario clave para observar cómo el cambio climático afecta a los ecosistemas de montaña y, a la vez, para ensayar soluciones innovadoras. Sequías más intensas, avalanchas, pérdida de biodiversidad, presión sobre el agua y riesgo de despoblación son algunos de los desafíos que afronta esta cordillera que une a España, Francia y Andorra. Frente a ellos, surge el proyecto PYRENEES4CLIMA, aprobado en junio de 2023 por el programa LIFE de la Unión Europea y dotado con un presupuesto cercano a los 20 millones de euros hasta 2031.
Su objetivo es tan ambicioso como necesario: hacer del Pirineo una región más resiliente, capaz de adaptarse a los impactos climáticos y de convertirse en un referente europeo de cooperación transfronteriza. El proyecto está articulado en 33 experiencias piloto que ponen en práctica medidas concretas, desde la diversificación agrícola hasta la gestión forestal, pasando por pactos locales para un uso responsable del agua o acuerdos de custodia del territorio.
Adaptación sobre el terreno
En la última semana, representantes de la Comisión Europea han visitado varios de estos proyectos para conocer sus avances. Más allá del gesto institucional, la visita ha servido para comprobar cómo la adaptación al cambio climático ya no es una teoría, sino una práctica tangible en pueblos y valles pirenaicos.
En Canfranc, por ejemplo, se desarrolla un trabajo pionero que explora el papel protector de los bosques frente a aludes y deslizamientos. Allí, los técnicos han mostrado cómo un bosque bien gestionado puede convertirse en una barrera natural que evita daños en infraestructuras y poblaciones. Esta acción se replica en Benasque y en la valle d’Ossau, en los Pirineos Atlánticos franceses, con un enfoque común: aprovechar los servicios ecosistémicos que la naturaleza ya ofrece, reforzándolos con una gestión adaptativa.
En Biescas, el protagonismo lo tiene la agricultura. El CITA (Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón) lidera un proyecto que apuesta por diversificar cultivos con plantas aromáticas y frutales, ofreciendo nuevas oportunidades económicas a la agricultura de montaña. No se trata solo de producir más, sino de hacerlo de forma más sostenible y resiliente. Experiencias similares se están desarrollando en Ara (Jaca) y Ligüerre (Aínsa), demostrando que los modelos de cultivo tradicionales pueden renovarse para responder a un clima cambiante.
El agua, recurso cada vez más escaso, también ocupa un lugar central. En el valle de Nay (Nouvelle-Aquitaine), la agencia AUDAP impulsa un pacto local del agua que promueve un uso solidario y responsable. En paralelo, en Hoz de Jaca, los acuerdos de custodia del territorio liderados por SEO/BirdLife implican a pequeños municipios en la conservación de ecosistemas sensibles y en la gestión comunitaria de recursos.
Voces del proyecto
“Queremos mostrar sobre el terreno y con ejemplos concretos cómo podemos abordar la adaptación, concretando todo el conocimiento e integrando a los agentes locales para determinar lo más adecuado para cada territorio”, explica Eva García-Balaguer, coordinadora del Observatorio Pirenaico de Cambio Climático (OPCC) y del proyecto PYRENEES4CLIMA. “Es una oportunidad sin precedentes para adaptarnos de forma colaborativa y con una visión multidisciplinar, aprovechando nuestros recursos ante una realidad cada vez más común y apremiante”.
Para Yann Hélary, secretario general de la Comunidad de Trabajo de los Pirineos, la clave está en la cooperación: “El valor importantísimo de la colaboración y la cooperación que realiza PYRENEES4CLIMA nos ayuda a seguir avanzando en los objetivos europeos”. Una visión compartida por responsables locales como Olvido Moratinos, presidenta de la comarca de la Jacetania, quien subraya que “sin implicación del territorio y de sus gentes, la adaptación no sería posible”.
Un contexto urgente
El Pirineo, como otras regiones de montaña, es especialmente vulnerable al calentamiento global. Según los estudios del Observatorio Pirenaico de Cambio Climático, las temperaturas en la cordillera han aumentado alrededor de 1,2 °C en las últimas décadas, una cifra superior a la media global. Este incremento se traduce en la reducción de los glaciares —que han perdido más del 80 % de su superficie en un siglo—, cambios en el régimen de precipitaciones, mayor riesgo de fenómenos extremos y alteraciones en la biodiversidad.
El impacto sobre las comunidades locales también es notable. Los sectores tradicionales, como la ganadería y la agricultura de montaña, se ven forzados a adaptarse a nuevos calendarios de cultivo, a especies más resistentes o a técnicas que permitan mantener la productividad en condiciones más adversas. Al mismo tiempo, el turismo —un motor económico esencial— debe reinventarse frente a la disminución de la nieve en invierno y a olas de calor cada vez más frecuentes en verano.
Innovación y transferencia
Uno de los valores diferenciales de PYRENEES4CLIMA es su enfoque transfronterizo y multidisciplinar. Las 46 entidades socias proceden de España, Francia y Andorra, e incluyen administraciones públicas, centros de investigación, asociaciones medioambientales y actores locales. Esta diversidad permite que las soluciones ensayadas no se queden en el ámbito experimental, sino que puedan transferirse y replicarse en otros lugares de Europa.
Además, el proyecto se alinea con la Estrategia Pirenaica de Cambio Climático (EPiCC), aprobada en 2021 por los siete territorios pirenaicos. La EPiCC busca reforzar la resiliencia de la región, proteger su capital natural y garantizar el bienestar ciudadano, todo ello a través de la cooperación, la innovación y la participación.
Mirando al futuro
El calendario de PYRENEES4CLIMA se extiende hasta abril de 2031, lo que garantiza un margen amplio para seguir experimentando, ajustando y evaluando las medidas puestas en marcha. Con un presupuesto cercano a los 20 millones de euros, el reto será consolidar estas acciones en políticas estables y en dinámicas de gestión que trasciendan al propio proyecto.
El éxito, sin embargo, no se medirá solo en cifras de inversión o en número de casos piloto, sino en la capacidad real de reducir la vulnerabilidad del Pirineo y de inspirar a otras regiones europeas. Como resume García-Balaguer, “el Pirineo puede y debe convertirse en un laboratorio vivo de soluciones climáticas, un espacio donde se prueban, se evalúan y se comparten estrategias que después se puedan aplicar en otras cordilleras y regiones de montaña”.
El cambio climático no espera, y los Pirineos lo saben bien. PYRENEES4CLIMA no es solo un proyecto, sino una apuesta por actuar desde lo local para responder a un reto global, con la vista puesta en la cooperación transfronteriza y en el papel fundamental de la ciencia, la innovación y la implicación ciudadana.
Con bosques que protegen, cultivos que se diversifican, aguas que se gestionan de forma solidaria y comunidades que se organizan para custodiar su territorio, el Pirineo se erige en un ejemplo de resiliencia. Una muestra de que la adaptación es posible, y de que las montañas europeas pueden ser pioneras en la construcción de un futuro más seguro y sostenible.