Houdini en todo su esplendor

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El Teatro Calderón de Madrid ha levantado el telón para uno de los estrenos más esperados de la temporada: Houdini, un musical mágico, una ambiciosa producción que combina el ilusionismo con la emoción del teatro musical. El montaje llega de la mano de LetsGo y beon. Entertainment. Con esta nueva propuesta, ambas compañías unen fuerzas para rendir homenaje a la figura legendaria del escapista más famoso del mundo, prometiendo un espectáculo que desafía los límites entre la realidad y la ilusión y también entre la interpretación y la magia de su puesta en escena.

Antes de que el público tome asiento, Houdini propone una experiencia inmersiva previa: el vestíbulo y varias plantas del teatro se transforman en una antesala del misterio, con una decoración perfecta para Instagram, objetos, vitrinas y detalles históricos y personales que invitan a adentrarse en el universo del mítico ilusionista. Aunque este recorrido resulte curioso y ayude a entrar en ambiente, su impacto es más decorativo que revelador: una buena introducción para quienes disfruten de los detalles, pero nada esencial. Quien decida saltársela, no se pierde gran cosa del verdadero espectáculo que aguarda tras el telón.

Una vez en los asientos, descubriremos que esta propuesta combina el relato profesional de Harry Houdini con una espectacularidad visual poco habitual en la cartelera madrileña. Sobre el escenario, la obra traza el ascenso del mago desde sus humildes y tropezosos comienzos hasta su consagración artística, aunque pasando demasiado por encima en cuanto a dilemas personales. Es un montaje muy picado, que no da respiro y al que cuesta un poco (o al menos a mí me pasó) entender su estructura inicial que se repetirá hasta el final. Con todo, disfruté como una niña, aplaudí como una fanática del teatro y me emocioné con unas interpretaciones increíbles y grandiosas.

El gran motor de Houdini, un musical mágico tiene nombre y apellido: Pablo Puyol. Su interpretación es, sencillamente, descomunal. Puyol se entrega con una intensidad que roza lo sobrehumano: canta, baila, actúa, hace claqué, ejecuta números de magia e incluso canta suspendido boca abajo, sin perder un ápice de precisión ni de emoción. Escribo con rotundidad que es nuestro Hugh Jackman español y, aun así, esa comparación se queda corta. Su entrega absoluta y su carisma llenan el escenario hasta el último rincón, convirtiendo cada número en una demostración de talento y pasión. Él mismo confesó que no se veía en el papel, como recogía Teatro Madrid: “En ese momento dije que ya no quería más porque estaba muy viejo para hacer musicales. Pero a Federico le dije que sí por muchas razones. Creo que la mezcla de música, interpretación y magia va a ser muy especial. Estoy muy contento y espero estar a la altura. La experiencia total va a ser algo sensacional”. Bien, pues no solo está a la altura; la supera con creces. Su sacrificio y generosidad escénica son palpables y su conexión con el resto del elenco dota al conjunto de una energía y una humanidad que elevan el espectáculo a otra dimensión. Sin él, este musical perdería su magia.

Entre los grandes aciertos del reparto, Julia Müller brilla con luz propia. Su interpretación es espectacular y confirma que estamos ante una de las grandes reinas del teatro musical. Posee una dulzura escénica y una capacidad de adaptación a cada personaje que dejan huella, dotando a su papel de una sensibilidad que equilibra perfectamente la intensidad de la historia. Christian Escudero, por su parte, se me revela como una de las sorpresas más gratas del montaje. Con una energía arrolladora y una interpretación sólida, ofrece una mirada diferente sobre el otro Houdini, el hermano, aportando humanidad y profundidad a un personaje que merece ser recordado. Juan Dos Santos, en su doble faceta de narrador y Muerte, resulta magnético en presencia y propuesta, aunque su interpretación podría ganar en fuerza y contundencia para dejar una impresión más duradera en el conjunto.

La escenografía de Houdini es un verdadero festín visual. Cada detalle —desde la iluminación hasta los cambios de decorado y los efectos especiales—acompañan a la trama en perfecta sintonía. Es un placer poder disfrutar de una producción tan cuidada, donde la estética y la narrativa se funden sin fisuras. Los trucos de magia son, además, una auténtica proeza: su ejecución en directo es un logro técnico y artístico que sin duda ha triplicado el esfuerzo del equipo, al mismo tiempo que el asombro y la emoción del público en el patio de butacas.

En conjunto, se trata de un gran musical, uno de los títulos más destacados actualmente en cartelera, que deslumbra por su ritmo, su energía y su poder visual. Sin embargo, me queda la sensación de que el libreto evita profundizar en la vida personal de Houdini. Es, sin duda, una elección consciente del director Federico Bellone, que apuesta por el espectáculo puro antes que por la introspección. ¿Está bien o está mal? No tengo una respuesta clara. Quizá algunos temas esbozados merecían un desarrollo más profundo, pero al mismo tiempo, hay algo admirable en la decisión de mantener el pulso del show, entregándose por completo al asombro, al artificio y a la grandeza del entretenimiento.

Por último, uno de los aspectos mejor reflejados en este montaje creo que es haber traspasado a la escena la delgada línea entre el truco y la fe. A través de la integración de grandes números de magia, coreografías precisas y una escenografía que juega con la ilusión óptica y el asombro constante, es muy fácil dejarse llevar, sentirse atraída por el show y querer saber más de esta figura que, a día de hoy, nos sigue deslumbrando.

Teatro musical y magia de gran formato se darán la mano en esta nueva producción inspirada en hechos reales que recorre su vida desde sus inicios hasta su consagración como figura mundial del escapismo. El relato alterna su última actuación en 1926 con episodios de su pasado, ofreciendo una mirada humana a un personaje marcado por la obsesión, el riesgo y el desafío constante a los límites físicos. Más allá de sus legendarios números de escapismo, este musical se adentra en el lado más humano de Houdini: sus relaciones personales y el deseo de ser reconocido, esa pulsión que lleva a muchos artistas a cruzar los límites entre la gloria y el sacrificio.

Amanda H C

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