De depresivo y neurodivergente (Atte. sinónimos de ¿sensibilidad?) [PARTE II]

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¿Recordáis la historia de la señora en la sala de espera de una administración pública? ¿Aquella que fue juzgada de sensible por estar pasando un mal momento?
Pues aquella historia fue la vivécdota uno. En esta entrada vamos a por la segunda.

Vivécdota dos:
En el correo de PAS ESPAÑA recibimos varios mails acerca del número creciente de influencers del área de la psicología que hablan de la Alta Sensibilidad, y nos piden veracidad. Esto no es fácil. A pesar de que en PAS ESPAÑA os damos pautas para homogeneizar criterios… Siempre hay que lidiar con la “libre interpretación”. La misma que viene dada por la experiencia vivencial de cada quién (su mochila). Lo que sí hemos podido notar es la diferencia de enfoques. Y aquí os voy a comentar algunos de ellos con mi opinión (meramente personal).

Hay divulgadores (los vamos a llamar así) que hablan de la Alta Sensibilidad como lo que es: un rasgo de la personalidad presente en un 20-30% de la población. Otros, con buena intención, hablan de rasgo de personalidad pero lo catalogan como de una persona neurodivergente (mezclando conceptos que escapan a la definición de la Sensibilidad de Procesamiento Sensorial (SPS). También están los profesionales que hablan de la Alta Sensibilidad como si de una enfermedad se tratase. En este sentido los hay de dos tipos. Algunos buscan dirigirse a personas que probablemente estén pasando por etapas de sobrecarga emocional (lo que hablamos en la entrada anterior de la abuela en la sala de espera) para ayudar con su gestión emocional, pero… se dirigen a ellas en términos de “¿SIENTES QUE ESTÁS MÁS SENSIBLE DE LO HABITUAL?” y ya definen una serie de situaciones que describen lo que sería un cuadro ansioso-depresivo y seguidamente te ofrecen terapia para superar la “sensiblería”. Sin embargo, también están los que te venden el SER SENSIBLE como una “discapacidad de tu cerebro derecho” (el creativo, el artístico). “Tu problema es que ese cerebro te domina (¿quién habla ya de dominancias del cerebro? ¡En fin…!) Pero… “no te preocupes, que ellos con unas cuantas sesiones de electro o magneto estimulación transcraneal se te quitará la sensibilidad.

Y si pensabas que eso era lo pero que podías oir, también están (los menos pero sin duda los más dañinos) los hablan de las PAS no solo de forma despectiva, sino que directamente consideran que todos los profesionales que hablamos de ALTA SENSIBILIDAD somos en realidad una banda de traumatizados que nos hemos sacado de la manga otra etiqueta para evitar que la personas saquen adelante su potencial productivo (occidente al 200%). Además, afirman (con mucha vehemencia) que si ser PAS no es una patología (y por tanto no aparece en el DSM-5) para qué preocuparse por ella. Que lo que la gente tiene que hacer es superar la etiqueta a través del estoicismo. Es llamativo que dan a entender que ser estoico es lo contrario a ser PAS cuando para nada son términos opuestos. De hecho, el estoicismo puede ser el complemento perfecto para una PAS, ayudándola a entrenar su resiliencia y a canalizar su rica vida interior de una manera que le brinde serenidad y fortaleza, en lugar de sufrimiento y abrumación.

Pero en fin, una vez delimitados todos los tipos de profesionales que nos podemos encontrar, lo que quisiéramos traer a colación es que esta diversidad de opiniones ante un mismo tema es normal. Es lo que llamamos “puntos de vista”. Y cada quien es libre de construirse su punto de vista o imitar el que otra persona (influencer o no) le invite a adoptar. Lo que nos ha quedado claro con esta experiencia es que nos ha permitido valorar cómo las diferentes definiciones de la alta sensibilidad en RRSS (ya sabemos, una fuente más fidedigna que wikipedia -tono irónico aquí-) pueden arrastrar a seguidores y sobre todo en último grado lleva a la polarización (pareciera que éste es el fin último de cualquier red social). Sin embargo, de lo que tenemos que tener cuidado es de que el término “ALTA SENSIBILIDAD” sea únicamente un par de palabras que los diferentes algoritmos de las plataformas de búsqueda vean rentable (porque está de moda) y lo ofrezcan en cualquier contexto. De modo que todo aquel que quiera vender algo (desde una camiseta hasta un test genético) se aproveche de la situación. Por eso es importante formarse para evitar  caer en conceptos mezclados y erróneos (o lo que es peor cayendo en fraudes o estafas de personas sin escrúpulos).

Una vez hecha esta advertencia, pasamos ahora al tema real que quería abordar con el tema de la terminología PAS y el asociar el SPS a una neurodivergencia.
Para ello, hagamos un poco de historia:

El término neurodivergencia nació en la década de los 90 para englobar a las personas que  presentaban una serie de condiciones y una sintomatología que se enmarcaba con la definición de Trastornos de Espectro Autista (TEA). Judy Singer, su creadora, impulsó un cambio de mirada, pasando de considerar estas diferencias como meras patologías a entenderlas como parte de la variabilidad natural de la especie humana (Constantino, 2018). Pronto, otras comunidades cuyos trastornos también estaban dentro del DSM-5 también extendieron el término a diagnósticos como el TDAH, la dislexia, el Tourette, la dispraxia, etc. En todos estos casos se reclamaban ciertos derechos, dignidad y valor social, defendiendo que la diferencia neurológica debe protegerse como cualquier otra diversidad humana. La intención de estos movimientos fue ante todo retirar el estigma que era impuesto por el  modelo médico (donde la diferencia de funcionamiento del sistema nervioso era visto como un  “déficit a reparar”). Y en este sentido, acercarse más al modelo social, donde la discapacidad responde en buena parte a la falta de adaptación al entorno (es decir, que el entorno se adapte a la personas) y por tanto evitar la estigmatización y en consecuencia la discriminación. Bajo esta óptica, la neurodivergencia no es, en esencia, una patología, sino una manifestación de diversidad cerebral cuya problemática depende de cómo la sociedad responde a ella. Y justo en este particular es cuando notamos cómo el término neurodivergencia ha rebasado las fronteras del diagnóstico estricto y donde vienen las confusiones con las personas que puntúan alto en la escala SPS (“Highly Sensitive Person”, HSP) y en la valoraciones hechas por los profesionales.

Una persona con alta reactividad en su SPS (una PAS según Elaine Aron o sensible ambiental según Pluess) tiene una sensibilidad sensorial y emocional superior a la media. Ello implica únicamente formas distintas de procesar la información sensorial (tanto estímulos del entorno como los internos -interocepción-). Estudios en neurociencia han mostrado que las PAS tienden a exhibir una mayor activación en regiones cerebrales ligados al procesamiento de la información sensorial, la empatía y la reflexión, reforzando la idea de que su diferencia es real y estructural, no meramente subjetiva y no explicada solo por momentos puntuales de la vida de una persona (Acevedo et al., 2014). Desde su definición la SPS no cumple con criterios de trastornos del neurodesarrollo ni aporta, de por sí, sufrimiento clínico. Sin embargo, como reza en el propio libro de la Dra. Aron:

Por su capacidad para captar matices y sutilezas que a los demás les pasan inadvertidas, las PAS a menudo aportan a su trabajo y relaciones una buena dosis de visión y humanidad. Normalmente son personas conscientes, creativas y minuciosas, pero en una cultura agresiva, cuyos valores son la dureza, la extraversión y la represión de las emociones más delicadas, pueden sentirse como ciudadanos de segunda clase. A veces se involucran tanto y captan con tanta intensidad el sentido de lo que sucede a su alrededor, que necesitan desconectar de su entorno en mayor medida que el resto de personas.

El hecho de que estas características dentro de la SPS sean persistentes a lo largo de la vida de una persona e incluso entre generaciones justifica que muchas personas e investigadores busquen identificarlas hoy en día dentro del conjunto de las neurodivergencias. Y aquí es donde empieza el debate. El funcionamiento diferencial del cerebro PAS pudiera encajar con la propuesta original de neurodiversidad de Singer, en su parte de diferencia persistente y natural del funcionamiento del sistema nervioso con una base biológica. Sí. Esto cuadra. Sin embargo, el reclamo implícito en la definición de Singer que hablaba de la necesidad de adaptación social, el respeto, la protección y, en muchos casos, la salida de la definición de trastornos (y por tanto salida del DSM-5) no cuadra con la Alta Sensibilidad. De hecho, es lo que hemos promulgado siempre en PAS ESPAÑA y que ahora estamos trabajando desde FUNDESPAS. La sensibilidad ambiental (respuestas que damos al entorno y nuestras propias señales internas) es algo intrínseco en el ser humano. Funciona en forma de gradiente (unos lo desarrollan más y otros menos) y va a la par con el sentido mismo de la humanidad (sociedades menos “humanas” pueden verlo como una debilidad.) Pero en ningún caso la Alta Sensibilidad es un trastorno, por eso no está en el DSM-5 (Manual de diagnóstico y estadístico de la enfermedades mentales), no se reclama adaptación social (de hecho diferentes estudios señalan que las PAS no desean “ambientes separados ni diferenciados” en sus entornos) y sobre todo no amerita intervenciones (tratamientos) para adaptar la sensibilidad. Lo que más hemos visto que una PAS desea, es ser entendida. Que le permitan su autorrealización, sus tiempos y su manera detallada de ver la vida..

Lo que buscamos concienciar desde PAS ESPAÑA y FUNDESPAS es que la intervención sensible (procurar espacios libres de la hiperestimulación del mundo moderno, saber respirar mejor, aprender gestión emocional, procurar descansos para reconectar con un@ mism@ y proteger nuestros ciclos funcionales internos (ciclos circadianos), estar más en contacto con la naturaleza y menos enganchados a la tecnología, procurar una alimentación sana, meditar, etc., etc., etc.,) son medidas que benefician a la población en su conjunto (independientemente de su grado de sensibilidad). Y es por ello que buscamos un trabajo en conjunto que nazca desde la tolerancia y el respeto negando el hecho de que todos estemos cortados con las mismas tijeras (ni genética ni por experiencias de vida) y por lo tanto no todos podemos hacer de todo, ni con los mismos resultados. Lo que abogamos es que cada quien saque su máximo potencial en el ambiente más propicio para él/ella. 

Aclaramos una vez más los objetivos de nuestras organizaciones pues a medida que el uso del término PAS crece y crece en presencia en la red, parece que las cosas se desvirtúan (como el mensaje dentro del juego del “teléfono inglés” o “teléfono descompuesto”). Ahora bien, separándose de la definición de neurodivergencia, el término neurodiversidad viene a representar desde la ciencia, la educación y la sociedad no sólo condiciones con diagnóstico formal (dentro del famoso DSM-5), sino también formas de funcionamiento cerebral atípicas que pueden enriquecer al conjunto humano. A este respecto, el artículo “Neurodiversity studies: mapping out possibilities of a new critical paradigm” de Stenning y Bertilsdotter-Rosqvist plantea una visión matizada y crítica de la neurodiversidad, diferenciando claramente este concepto del de neurodivergencia.

Para estos autores la neurodiversidad se presenta como una idea que va más allá de las categorías clínicas tradicionales (TEA, TDAH, dislexia, etc.) y responde tanto a necesidades sociales como a la infinita diversidad neurológica existente entre los humanos. El artículo sostiene que no debemos asumir que la neurodiversidad existe solo dentro de categorías clínicas ya aceptadas, sino que pueden existir otras formas de diferencia neurológica que puedan estar definidas (o no, que las neurociencias aún tienen mucho por descubrir). Es por ello que se propone repensar la neurodiversidad no solo como un equivalente de biodiversidad (donde toda diferencia es natural y beneficiosa), sino considerando también las implicaciones sociales, políticas y culturales de cómo definimos la “diferencia significativa” entre cerebros.

En este sentido, los autores hacen una serie de proposiciones que a grandes rasgos se pueden observar en la tabla expuesta más abajo. Lo que se señala en este artículo viene a acordar una definición más en línea con la idea de que nuestra labor como organización debe buscar la inclusión real, pasando por la transformación de las las estructuras sociales, educativas y de investigación para que la diversidad en el funcionamiento cerebral deje de ser marginal, y pueda influir en la producción de conocimiento y en la toma de decisiones colectivas. No obstante, como no podría ser de otra forma, me gustaría terminar esta entrada con un mensaje especial. A este respecto, el factor de apertura hacia la experiencia tan característica de las PAS viene a explorar la disposición de una persona a ser creativa, curiosa y receptiva a nuevas ideas y experiencias. En esencia, este rasgo mide la profundidad de la vida intelectual y emocional de un individuo. Es por ello que las PAS sabemos que hay diversos tipos de personalidad altamente sensible. Y que no todas interactuamos de la misma manera con el entorno. Y que una PAS sea más propensa a una experiencia no invalida su SPS.

Ahora, para ejemplificar  lo que a mi juicio es una experiencia positiva sobre neurodivergencia, voy a hablar de Pau Brunet, conocido en las RRSS como PauPautista. Pau es un joven con autismo de alto funcionamiento (TEA tipo 1) que se ha convertido en una voz importante en la divulgación sobre los trastornos de espectro autista. Su perspectiva es particularmente valiosa porque la comparte desde su experiencia personal.
En varias entrevistas, Pau Brunet ha sugerido que el autismo podría ser parte de la evolución humana, y alinea más su visión con la neurodiversidad que con la neurodivergencia. Su perspectiva sostiene que las variaciones neurológicas, como el autismo, no son errores o defectos que necesiten ser “curados”, sino la evolución natural al entorno que nos rodea. En este sentido, la idea de que el autismo es parte de la evolución implica que ciertas características asociadas con esta condición podrían responder a cubrir necesidades de sociedades donde se valoran habilidades como el hiperfoco, el pensamiento crítico sistemático y lógico (útil para la resolución de problemas complejos), menor susceptibilidad a la presión social (ceguera al qué dirán ni a identificarse con problemas ajenos) lo que podría fomentar el pensamiento independiente y a la innovación.

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