Cuando se confunde mayor gasto con buena gestión

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El Gobierno de Navarra ha aprobado el anteproyecto de Presupuestos Generales de Navarra para 2026 con un gasto no financiero récord de 6.318,6 millones de euros. El Ejecutivo sostiene que se trata de unas cuentas “sociales”, pues el 54,5% se destina a Salud, Educación, Derechos Sociales y Vivienda. Un presupuesto que crece, sí, pero que sigue sin corregir los desequilibrios estructurales de Navarra ni ofrece un proyecto claro de transformación a futuro. El discurso oficial insiste en que el aumento del gasto refuerza el Estado del bienestar y el Gobierno vuelve a presentarse como garante de los servicios públicos, pero evita abordar los problemas de fondo: la falta de eficiencia, la escasa rendición de cuentas y la ausencia de incentivos para mejorar. El carácter social del presupuesto es también una cuestión de narrativa política. Nadie se opone a reforzar la sanidad o la educación, faltaría más, pero destinar más dinero a esas áreas no equivale automáticamente a hacerlo mejor.

Navarra no necesita más gasto, sino más eficacia, más evaluación y más gestión orientada a resultados. En lugar de diseñar políticas que midan el impacto real de cada euro invertido, el Gobierno sigue atrapado en una lógica de incremento inercial del gasto, donde lo importante es mostrar crecimiento presupuestario, no rendimiento público. Esa deriva es especialmente preocupante en un contexto en el que la presión fiscal es muy elevada y el margen de maniobra de las familias y empresas cada vez es menor. Hemos oído al Consejero de Economía y Hacienda afirmar que esta mayor recaudación prevista demuestra la capacidad de recaudación que tiene la Comunidad foral. ¡Faltaría más! Si seguimos aumentando los impuestos a corto plazo recaudaremos más, pero me atrevo a decir que esto es pan para hoy y hambre para mañana. Esta presión asfixiante que sufrimos los trabajadores y empresas navarras se llevará por delante muchos puestos de trabajo y serán pocos los que seremos capaces de crear y atraer.

El remate ha sido el nuevo impuesto aprobado la pasada semana a la banca con efectos 1 de enero de 2025 y que, en palabras del propio Consejero, permitirá disponer de 20 millones de euros adicionales con los que podrán afrontar los nuevos retos que se planteen en materia de gasto. Un impuesto totalmente injustificado en fondo y forma y que lo único que va a conseguir es que esta mayor recaudación la soporte inicialmente la banca y definitivamente las empresas y ciudadanos navarros. ¡Menuda seguridad jurídica! A mediados de octubre aprobar un impuesto con efecto 1 de enero del año en curso. Por si todo esto fuera poco, ahora vienen los nuevos cambios de cotización en los autónomos. Resultado, el de siempre: más recaudación para la Administración, en este caso para la Seguridad Social, y menos dinero disponible para los ciudadanos autónomos.

Desde Institución Futuro venimos denunciando que un presupuesto expansivo no justifica una buena gestión del Gobierno. Lo que los ciudadanos y empresas exigimos es que el servicio actual mejore con el menor gasto posible. Para ello se debería empezar por eliminar todas aquellas partidas que son innecesarias, que son muchas. Y por otra parte limitar el crecimiento de otras como las del capitulo I, gasto de personal. Estamos en un momento de cambio con la Inteligencia Artificial que nos puede ayudar a eliminar tareas rutinarias pero la Administración parece ajena a dichas actualizaciones. Todos los gastos corrientes debieran ser analizados desde cero, sin tener en cuenta lo gastado el año anterior. Esto nos puede permitir ser mucho más eficientes y que las partidas de inversión productiva se puedan ver incrementadas sin aumento del Presupuesto total, con lo que la fiscalidad puede ajustarse a la baja.

En los últimos años, de fuerte incremento de los Presupuestos de gastos, ha habido importantes subidas fiscales. La recaudación del IRPF se ha disparado. Ya son varios años que manteniendo tarifas no se ha deflactado la misma. El IVA recauda más por el solo efecto de la inflación. Se han creado nuevos impuestos a las eléctricas, grandes fortunas, a la banca… Si todo esto sirviese para dar un mejor servicio lo podríamos cuestionar, pero si solo sirve para gastar más sin ningún control, no lo debiéramos aceptar.

Los fondos Next Generation, que poco han ayudado a cambiar nuestro modelo económico, terminan en 2026 y a partir de esa fecha todo lo que se quiera hacer al respecto lo tendremos que atender íntegramente con nuestro presupuesto. Otra razón más para ir ahorrando y no gastar en lo innecesario. Estos presupuestos consolidan una tendencia preocupante: el Gobierno navarro confunde crecimiento con progreso y gasto con gestión. El presupuesto no es solo un listado de partidas; es la expresión concreta del modelo de región que se persigue. No hay reformas para mejorar la productividad, no hay incentivos para la inversión, no hay avances en la simplificación administrativa ni en la rendición de cuentas. Navarra corre el riesgo de anclarse en un equilibrio cómodo pero improductivo, sostenido por un gasto creciente que no genera retorno.

En definitiva, el anteproyecto de Presupuestos Generales de Navarra para 2026 es el más alto de la historia, pero también uno de los menos ambiciosos en términos de cambio estructural. Se presenta como social, pero no combate las causas de la desigualdad. Se dice transformador, pero repite esquemas ya agotados. Se proclama responsable, pero evita las reformas necesarias para garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas. La sociedad navarra necesita un debate presupuestario exigente, que ponga el foco en la eficiencia, en la evaluación del gasto y en la transparencia de los acuerdos.

Recapiti
ana-yerro