Cómo identificar la violencia de género - IAW

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Si estás leyendo esto, quizás estés buscando respuestas. Puede que algo en tu entorno —una frase, una discusión, un gesto, un recuerdo— te haya hecho sentir que algo no está bien. Tal vez no sabes ponerle nombre, o te da miedo hacerlo. Tal vez una parte de ti intenta justificar lo que ocurre… y otra empieza a decir: “Esto no puede seguir así”. Este artículo está pensado para acompañarte en ese momento. El objetivo es ayudarte a ver con más claridad y que puedas nombrar y reconocer si lo que estás viviendo —o ha vivido alguien a quien amas— es violencia. Y para ofrecerte un primer paso, por pequeño que sea, hacia tu seguridad y tu bienestar.

Estadísticas que no pueden silenciarse

Infografía que muestra las cifras más recientes de violencia doméstica y violencia de género en 2024, un reflejo del impacto real de esta violencia en mujeres, niñas y niños.

En España, miles de mujeres y menores viven situaciones de violencia cada día. No son noticias sueltas: es una realidad estructural.

  • En 2024, 34.684 mujeres estuvieron bajo medidas de protección por violencia de género.
  • Se denunciaron más de 198 000 casos y se concedieron casi 33.300 órdenes de alejamiento.
  • Cada día, 544 mujeres denunciaron ser víctimas de violencia en el ámbito de la pareja.
  • 40 mujeres y 9 menores fueron asesinados por violencia machista en 2024; ya van 17 mujeres asesinadas en lo que va de 2025.
  • Más de 30.000 niños y niñas están expuestos a violencia vicaria (utilizados para dañar a sus madres).

Estos datos extraídos del Instituto Nacional de Estadística no son cifras. Son historias. Como la tuya. Como la de muchas mujeres que, en silencio, están sobreviviendo.

¿Cómo sé si esto es violencia, abuso o manipulación?

Reconocer la violencia, incluso si no deja marca.

Tal vez notes que tienes miedo de expresar lo que piensas, que caminas sobre cáscaras de huevo, que te culpas cuando él se enfada, que minimiza tus emociones o utiliza tus secretos como armas. Todo eso es violencia. Sutil, tal vez, pero igual de dañina.

  • Te hace sentir miedo de decir lo que piensas.
  • Sientes que caminas sobre huevos todo el tiempo.
  • Lo que cuentas se vuelve en tu contra.
  • Minimiza tus emociones: “eso no fue para tanto”, “estás loca”, “no tienes sentido”.
  • Usa tus secretos o heridas como armas cuando hay un conflicto.
  • Controla tus decisiones, tu cuerpo, tu dinero, tus amistades.
  • Te aísla, te confunde, te hace dudar de ti misma.

Cuando esto se repite, cuando sientes que estás perdiendo tu alegría, tu espontaneidad, tu fuerza… eso no es amor. Es violencia.

Aquí puedes identificar los tipos de violencia:

Tipos de violencia

Violencia física

  • Empujones, tirones, agarres bruscos.
  • Golpes, sacudidas o daños a objetos.
  • Presencia de miedo a una reacción física.

Violencia emocional y psicológica

  • Humillaciones, gritos, insultos.
  • Desprecio o indiferencia constante.
  • Silencios punitivos o frialdad extrema como castigo.

Manipulación emocional

  • Te hace sentir culpable por cosas que viviste antes de conocerle.
  • Usa tu pasado en tu contra (abortos, traumas, abusos).
  • Te convence de que “eres muy sensible” o que “no fue para tanto”.
  • Se muestra encantador después de herirte (ciclo de tensión – agresión – luna de miel).

Violencia económica

  • Control de tus ingresos o gastos.
  • Negación de acceso al dinero o chantaje económico.

Violencia sexual

  • Presión, coerción o contacto no deseado incluso dentro de la relación.
  • Te sientes obligada a complacer para que no haya conflicto.

Tabla sobre tipos de abuso 

Aunque duela admitirlo, la violencia puede aparecer sin golpes. La siguiente tabla detalla sus formas más frecuentes y las excusas que la sostienen:

Tipo de abusoComportamientos visiblesFrases que suelen usarse para justificarlo
Violencia físicaAgresiones, empujones, tirones, rotura de objetos“No fue para tanto”, “solo fue una vez”, “me sacaste de quicio”
Violencia emocionalGritos, desprecios, silencios castigadores, humillaciones“Es que no me entiendes”, “tú también gritas”, “eres muy sensible”
Violencia psicológicaControl, celos, manipulación, distorsión de la realidad“Si me dejas, me muero”, “todo lo hago por ti”, “yo nunca haría eso”
Violencia económicaControl del dinero, impedir acceso a recursos, chantajes financieros“Yo soy el que mantiene la casa”, “gastas demasiado”
Violencia sexualPresión, obligación o culpa para mantener relaciones íntimas“Eres mi pareja, es tu deber”, “me dejas tirado”, “me provocas”
Violencia vicariaUso de los hijos para hacer daño o castigar a la madre“Verás lo que le diré a los niños”, “te los voy a quitar”

Es importante leer esa tabla como un espejo: cada frase justificadora no es inocente, sino una forma de erosionar tu realidad y tu percepción.

Creo que esto no está bien… ¿Y ahora qué hago?

El puño cerrado simboliza la violencia física y el impacto que tienen estas agresiones en la seguridad y bienestar de mujeres y niños.

Darte permiso para sentir que estás mal ya es un acto de valentía. Esta sección es una invitación a dar un pequeño paso, centrado y coherente contigo misma:

1. Cree en ti.
Tu cuerpo y tus emociones te hablan. Si sientes miedo o bloqueo, escucha esa voz. No esperes una prueba perfecta, solo respóndele.

2. Registra lo que ocurre.
Fecha, hora, palabras exactas, gestos, intensidad. Guarda fotos, audios, mensajes. No porque tengas que denunciar ahora, sino para validar tu experiencia.

3. Háblalo con alguien.
No calles. Cuéntaselo a una persona de confianza: una amiga, terapeuta o profesional. Tener al menos un testigo de tu experiencia ya es un acto de verdad.

4. Prepara un plan de emergencia.
Reúne en una mochila documentos (DNI, pasaporte, tarjeta sanitaria), algo de dinero, un móvil cargado, unos cambios de ropa. Un plan no tiene que usarse, pero te da libertad y espacio mental.

5. Busca ayuda profesional.
La terapia no es un lujo. Es un espacio donde puedes desarmar los nudos del silencio, sentirte escuchada sin juicio y recuperar tu voz, tu cuerpo y tus límites. El acompañamiento hace la diferencia.

El trauma: una herida que necesita reconocimiento y cuidado

El trauma no es un recuerdo borrado. Es una sombra emocional que se filtra en tu presente, en la forma en que amas, en tu relación con el cuerpo, el miedo y la confianza.

¿Por qué hablamos de trauma?

Porque la violencia no solo se vive, también se “aprende” a nivel nervioso y corporal. Tu sistema de supervivencia puede continuar funcionando, aunque ya no estés en peligro.

Si creciste en un entorno tenso o violento, aprendiste a callar, a anticiparte al malestar, a desconfiar de tus emociones. Ese aprendizaje puede haber sido lo que te protegió… pero también pudo dejarte sin refugio dentro de ti.

Esa/e niña/o interior puede arrastrarse hasta ahora. En tu pareja, en tu familia, en el miedo a que “algo malo va a suceder”. Quizás elegiste relaciones que resonaron con ese dolor original. Tal vez te anulas, te culpas o te resignas cuando algo no encaja.

El impacto emocional profundo

  • Culpa: “Si no hubiera dicho tal cosa…”
  • Vergüenza: “Esto no me debería pasar a mí”
  • Bloqueo: sentir que la mente se nubló, que todo cuesta más.
  • Fragmentación: sentir que hay partes en ti que hablan distinto.
  • Soledad: estar con otros y seguir sintiéndote sola.

Estas son señales de que el trauma vive en ti. Señales que no debemos ignorar, porque sin reconocimiento no hay cura.

Sanar no es olvidar. Sanar es reconectar contigo, con tu historia, con tu voz. Es recuperar la confianza, paso a paso. Y se hace mejor con acompañamiento:

  • Terapia psicológica especializada.
  • Trabajo corporal (trauma) para sentirte habitada y segura.
  • Herramientas para parar el ciclo de daño emocional.
  • Redes de apoyo para sostenerte tras la tormenta.

Si quieres saber más sobre el impacto del trauma y las heridas en el presente, tienes este artículo completo sobre “El impacto emocional del trauma

Historias reales que te pueden acompañar en el camino

Caso 1: Patricia, 38 años

Desde niña vivió gritos, golpes y humillaciones. Su refugio fue la bulimia, su forma de desaparecer. En terapia cobró fuerzas y compartió parte de su historia con su pareja, preparada. Él respondió con reproches y rechazo. Días después, él sujetó a su hija con fuerza, la empujó. Le lanzó un puñetazo a ella. Patricia sintió ese miedo crudo que recordaba su infancia… y por primera vez dijo en voz alta: “Esto es violencia. Y no lo voy a justificar”.

Caso 2: Lucía, 22 años

Creció bajo agresión sexual, emocional; aún vive con su agresor, su padre. Su madre calló. La familia negó lo obvio. Cuenta que no tenía medios para salir… hasta que empezó terapia. Cada sesión era un paso: a veces lloraba, otras hablaba. Desconectar no fue fácil. Pero comenzó a nombrar su experiencia. Y a creer que no estaba condenada a repetirla.

Caso 3: Marta, 42 años

Lleva una década viviendo bajo control absoluto: no podía salir, ni gastar, ni decidir nada. Sus opciones eran limitadas. “¿A dónde voy?”, decía. Un día, anotó los insultos en su móvil. Luego llamó a una amiga. Y a otra. Empezó a informarse. No ha denunciado, pero ya no guarda silencio. El simple acto de nombrarlo fue suficiente para iniciar su libertad.

Si reconoces que también has herido

Leer esto no te convierte en una mala persona. Pero sí puedes sentir que has herido quizás sin darte cuenta. Quizás controlaste, amenazaste, gritaste más de lo que creías. Quizás justificaste tu comportamiento como “agotamiento”, “mal día”…

Pero doler a alguien, o haber sido fuente de miedo, merece tu responsabilidad.

  • Empieza por reconocer sin justificar.
  • Busca ayuda con seriedad, porque tú también mereces sanarte.
  • Aprende otra forma de relacionarte.
  • Si hay niños/as implicados, contempla repararlos con responsabilidad.
  • Da pasos concretos: “no lo volveré a hacer”, y así debes hacerlo.

Cambiar es posible. Hace falta valor, apoyo y gentileza contigo misma/o.

Recursos disponibles en España

Si te reconoces en lo leído, aquí tienes a quién acudir:

  • 016 – Atención 24h para víctimas (anónimo, no deja rastro).
  • 112 – Emergencias.
  • App AlertCops para enviar ayuda sin tener que llamar.
  • Centros de crisis para víctimas de agresiones sexuales.
  • ONG como ANAR, MUM o Fundación Mujeres.
  • Servicios sociales, sanitarios, justicia…

Y la terapia, siempre: no es lujo, es necesidad.

El primer paso ya lo has dado

Este texto no te promete un camino sin heridas. Pero sí te ofrece reconocimiento, acompañamiento y herramientas para sanar.

No necesitas tenerlo todo resuelto. Solo saber que mereces sentirte en paz, segura, cuidada. Que tus hijos también lo merecen, y que tu historia importa.

Lo que te hizo sufrir no te define; lo que decidas hacer frente a ello sí puede cambiarlo.

Y si estás leyendo esto, te has dado un regalo: escucharte. Y eso es valentía.

Este texto está hecho contigo en el corazón. Hecho con respeto, cuidado y cada palabra pensada para abrazarte en tu proceso.

Si eres terapeuta o profesional del acompañamiento y deseas profundizar en cómo acompañar el trauma desde una mirada más clara y respetuosa, la Formación en Trauma y Herramientas Terapéuticas te ayudará a potenciar tus habilidades y a especializarte en el abordaje del trauma. Aprenderás a comprender las dinámicas emocionales que sostienen el sufrimiento, a elegir la intervención adecuada según cada historia y a trabajar con más presencia, criterio y sensibilidad clínica, ofreciendo acompañamientos más humanos, efectivos y transformadores.

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Aranzazu Par Wolder