Historia de los dummies de coche: así nacieron los crash test

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Los dummies de coche, los famosos maniquíes que vemos en los vídeos de crash test, son una pieza clave de la seguridad vial moderna. Gracias a ellos entendemos cómo se comporta el cuerpo humano en un impacto y podemos diseñar coches mucho más seguros.

Su historia arranca en la aviación militar, pasa por décadas de pruebas extremas y hoy se mezcla con modelos virtuales hiperrealistas. Este recorrido explica por qué cada airbag, cada cinturón y cada refuerzo de la carrocería se ha diseñado midiendo, una y otra vez, lo que le pasaría a una persona real.

¿Qué son exactamente los dummies de coche?

Un dummy de coche es un maniquí antropomórfico diseñado para imitar el tamaño, el peso, las articulaciones y el movimiento del cuerpo humano en caso de accidente de tráfico.

En su interior lleva acelerómetros, sensores de fuerza y de deformación repartidos por cabeza, cuello, tórax, pelvis, piernas y pies. Cuando se realiza una prueba de choque, estos sensores registran lo que ocurriría en el cuerpo humano: golpes en la cabeza, compresión del tórax, torsión del cuello, etc.

Con esos datos se calculan probabilidades de lesión y se ve si un coche protege bien a los ocupantes o no. Los dummies se usan en coches, camiones, autobuses, aviones, trenes e incluso en pruebas de sillas infantiles.

Antes de los dummies: cadáveres, animales y voluntarios

Antes de que existieran los dummies, la investigación en seguridad era muy rudimentaria y, desde el punto de vista ético, complicada. Para entender cómo afectaban las fuerzas de un impacto al cuerpo humano se utilizaron:

  • Cadáveres humanos: se sometían a desaceleraciones y golpes controlados para analizar lesiones internas.
  • Animales: especialmente en pruebas de alta velocidad, para estudiar daños en órganos y tejidos.
  • Voluntarios vivos: en aviación se hicieron pruebas con desaceleraciones brutales para estudiar los límites de la resistencia humana a la fuerza G.

Esas pruebas aportaron datos valiosos, pero eran muy polémicas y peligrosas. La necesidad de un sustituto más ético, repetible y controlable es lo que llevó a crear los primeros dummies de ensayo.

Sierra Sam: el primer dummy moderno (1949)

El primer dummy moderno se llamó Sierra Sam y nació en 1949. Lo desarrolló Samuel W. Alderson para la empresa Sierra Engineering, y su objetivo no eran los coches, sino la aviación militar.

Sierra Sam representaba a un piloto muy grande (percentil 95), es decir, más alto y pesado que la mayoría de pilotos. Se usó para probar:

  • Asientos eyectables.
  • Cabinas de avión y sistemas de retención.

La clave de Sierra Sam era que permitía repetir pruebas con las mismas condiciones sin poner en riesgo a personas reales. A partir de él se fueron desarrollando modelos más avanzados para distintas aplicaciones.

El salto a la automoción: años 50 a 70

En los años 50 y 60 el número de accidentes de tráfico se disparó. Los fabricantes de automóviles y las autoridades empezaron a tomarse muy en serio la seguridad pasiva, es decir, cómo minimizar las lesiones cuando el accidente ya es inevitable.

En esa época se adaptan dummies de aviación y se empiezan a diseñar modelos específicos para coches. El objetivo era entender qué le ocurre al cuerpo humano en distintos tipos de impacto:

  • Choques frontales.
  • Choques laterales.
  • Vuelcos del vehículo.

Con los datos recogidos se mejoraron cinturones de seguridad, salpicaderos, columnas de dirección, estructuras del asiento y zonas de deformación controlada en la carrocería.

La familia Hybrid: el estándar de los crash test

En 1971 General Motors presenta el Hybrid I, uno de los primeros dummies diseñados específicamente para automoción. Fue el inicio de una familia de maniquíes que marcaría un estándar:

  • Hybrid I: primer paso hacia un dummy específico para coche, con medidas básicas de aceleración y fuerza.
  • Hybrid II: mejora la biofidelidad, es decir, se comporta de forma más parecida a un cuerpo humano real en un impacto.
  • Hybrid III (años 80): se convierte en el dummy de referencia a nivel mundial para impactos frontales.

El Hybrid III representa a un varón medio de 1,75 m y unos 78 kg (percentil 50 masculino). Dispone de decenas de puntos de medición y se utiliza en la mayoría de crash tests que vemos en vídeos y noticias.

De maniquí “tonto” a laboratorio con patas

Con el tiempo, los dummies han pasado de ser simples muñecos de plástico pesado a auténticos laboratorios portátiles. Hoy incorporan:

  • Estructuras internas que imitan huesos, articulaciones y tejidos blandos.
  • Sensores en cabeza, cuello, tórax, pelvis, caderas, rodillas, tibias y pies.
  • Sistemas de registro que capturan cientos de canales de datos en milésimas de segundo durante el impacto.

Un dummy moderno puede costar cientos de miles de euros. Los modelos más avanzados, como el THOR (Test device for Human Occupant Restraint), incorporan un cuello más realista, una columna vertebral mejor simulada y sensores multidireccionales para medir con precisión el riesgo de lesiones graves.

No todos los cuerpos son iguales: mujeres, niños y mayores

Durante décadas el protagonista de casi todas las pruebas fue el “hombre estándar”: un adulto varón de estatura y peso medios. Esto generó un sesgo importante, porque no todos los ocupantes tienen ese cuerpo ni reaccionan igual en un impacto.

Con el tiempo se han ido desarrollando otras variantes de dummies:

  • Dummies infantiles de distintas edades (18 meses, 3, 6, 10 años) para probar sillitas y sistemas de retención infantil.
  • Modelos femeninos, especialmente de mujer de menor estatura y peso (percentil 5), ya que las mujeres muestran patrones de lesión distintos, por ejemplo, mayor riesgo de lesiones cervicales.
  • Dummies de personas mayores o con mayor masa corporal, para estudiar cómo influyen la edad y la complexión en la gravedad de las lesiones.

La idea es que la seguridad no se diseñe solo para un hombre medio, sino para la diversidad real de usuarios que viajan en un vehículo.

Euro NCAP y la revolución de las estrellas de seguridad

A finales de los años 90 nacen los programas de evaluación independientes, como Euro NCAP en Europa. Estos organismos realizan pruebas de choque estandarizadas con dummies y publican resultados en forma de estrellas de seguridad.

En sus ensayos combinan:

  • Impactos frontales a velocidad controlada.
  • Impactos laterales y contra poste rígido.
  • Pruebas de latigazo cervical (whiplash).
  • Evaluación de protección infantil, con sillitas y dummies de niños en los asientos traseros.

Los datos de los dummies se traducen en zonas de colores (verde, amarillo, naranja, rojo) que indican el nivel de protección para cada parte del cuerpo. Esa información presiona a los fabricantes para mejorar continuamente sus diseños y ha contribuido de forma directa a reducir la gravedad de las lesiones en los accidentes.

El futuro: dummies avanzados y humanos virtuales

El futuro de los dummies de coche pasa por combinar modelos físicos cada vez más realistas con simulaciones por ordenador.

Por un lado, aparecen nuevos dummies con:

  • Estructuras internas más complejas, que simulan mejor huesos, músculos y órganos.
  • Sensores avanzados capaces de medir fuerzas en múltiples direcciones al mismo tiempo.
  • Modelos específicos de mujer, personas mayores o con distintas complexiones físicas.

Por otro lado, los fabricantes utilizan cada vez más modelos humanos virtuales, que permiten simular cientos de escenarios distintos (posiciones, edades, patologías previas) sin necesidad de hacer un crash test físico por cada caso.

La combinación de dummies físicos y humanos virtuales permitirá adaptar mejor los sistemas de seguridad a la realidad: ocupantes de distintas tallas, edades y condiciones, en diferentes posiciones dentro del coche.

Los maniquíes que no se ven, pero marcan la diferencia

La historia de los dummies de coche es la historia de cómo hemos pasado de pruebas rudimentarias con cadáveres y animales a maniquíes hiperinstrumentados capaces de contarnos al milímetro cómo sufre un cuerpo en un accidente.

Desde Sierra Sam, en 1949, hasta los modelos THOR y los humanos virtuales actuales, estos maniquíes han sido decisivos para reducir las muertes y lesiones graves en carretera. Cada airbag, cada cinturón, cada refuerzo estructural se ha diseñado “escuchando” lo que decían sus sensores.

Son invisibles para el usuario, pero sin ellos la seguridad de los coches de hoy sería mucho peor. Entender su historia ayuda a valorar por qué la seguridad vial no es cuestión de suerte, sino de mucha ingeniería, muchos datos y millones de impactos controlados en laboratorio.

Recapiti
Chema Huerta