21 de junio de 2025-
Muy buenos días,
Gracias, en primer lugar, por invitar a la Cámara de Comercio de Oviedo a participar en esta jornada que tiene tanto de presente como de futuro. Y, permítanme decirlo también, mucho de pasado. Porque cuando hablamos de la Ruta de la Plata no estamos evocando una vieja calzada romana ni un simple eje logístico: estamos invocando una de las arterias fundamentales de nuestra historia, de nuestra economía y, si sabemos hacerlo bien, de nuestro porvenir.
En la Cámara de Comercio estamos convencidos de que la Ruta de la Plata no es una reliquia, sino una oportunidad. Una oportunidad de conexión, de progreso y de cooperación. Y no es casual que emplee esta última palabra: “cooperación”. Porque como nos indica Yuval Noah Harari, lo que ha diferenciado a los seres humanos del resto de las especies no ha sido su fuerza, ni siquiera su inteligencia individual, sino su capacidad de colaborar a gran escala, de trabajar juntos por un propósito común.
Eso es lo que nos convoca aquí hoy: la posibilidad de sumar fuerzas. Y en ese espíritu nació hace apenas unos meses la Alianza Estratégica Vía Carisa, de la que la Cámara forma parte activa. Una alianza que une a Asturias, Extremadura y Andalucía —y pronto a Castilla y León— para fortalecer el corredor industrial Ruta de la Plata, con un foco muy claro: el desarrollo de tecnología aplicada a la industria de la Defensa.
Sabemos que la Ruta de la Plata tiene múltiples dimensiones: es un corredor con valor turístico, cultural, patrimonial e incluso espiritual. Pero hoy, desde la Cámara de Comercio, queremos centrar nuestra mirada en su dimensión industrial y estratégica, muy especialmente en su papel como eje vertebrador del corredor de Defensa.
Podríamos preguntarnos: ¿por qué la Defensa? Y la respuesta es sencilla: porque la Defensa, hoy, además de una respuesta a la actual geopolítica, es sinónimo de innovación, de tecnología puntera, de empleo cualificado y de impacto transversal en sectores como el metal, la logística, la ingeniería o la formación profesional. En definitiva: porque la Defensa es motor de economía.
Pero permítanme que me detenga un momento en algo aún más esencial: la necesidad de conectar entre sí los puntos de producción de nuestra geografía nacional. Porque no basta con que haya industrias; esas industrias han de tener caminos, trenes, redes. Y no basta con que haya talento; ese talento ha de querer venir, quedarse, echar raíces.
Asturias —como tantas otras regiones del interior y del norte peninsular— tiene capacidad, recursos y conocimiento. Pero necesita conectividad. Sin ella, todo esfuerzo por reindustrializar se queda a medio camino. Porque no hay industria sin materia prima, sin proveedores, sin clientes… y todos ellos, necesariamente, deben moverse. La logística son las venas por las que circula la sangre del sistema, en este caso convirtiendo vías de hierro en sendas culturales y caminos para el desarrollo económico.
Las infraestructuras ferroviarias no son simplemente rieles. Son arterias que unen polos logísticos, puertos, polígonos, campus universitarios, centros tecnológicos y parques empresariales. Son la condición para que nuestras empresas exporten, para que nuestros productos lleguen a tiempo, y también para que nuestros jóvenes —con talento y formación— encuentren aquí, en su tierra, un lugar donde vivir y prosperar. La logística es el sistema cardiovascular por el que circula la sangre que alimenta nuestro cuerpo social, mejorando la productividad empresarial, por ende, la competitividad y generando cadenas de valor territoriales que se transforman en bienestar social.
Al coste de hacer, que es siempre una consideración política, habría que enfrentar el análisis del coste de no hacer. La historia económica esta cuajada de ejemplos de territorios prósperos que decayeron por no invertir en nuevas infraestructuras y, viceversa, territorios pauperizados convertidos en potencias económicas y sociales por afrontar estas inversiones.
Y por eso insistimos tanto, desde la Cámara, en la importancia estratégica del corredor de la Ruta de la Plata. Porque mientras no unamos adecuadamente Asturias con la Meseta, mientras no cosamos el oeste peninsular desde Gijón a Sevilla con enlace a Cádiz y Huelva estaremos perdiendo competitividad, población y oportunidades.
Conectividad no es solo movimiento. Es fijación de población, atracción de inversiones y recuperación del orgullo territorial. Y si queremos una Asturias viva, moderna y pujante, necesitamos que nuestras mercancías lleguen al sur y que los profesionales del sur puedan llegar al norte. Que un ingeniero quiera instalarse en Lena, que una startup pueda crecer en Grado, que una fábrica pueda exportar desde Tineo. Eso —y no otra cosa— es el verdadero significado del desarrollo.
La Vía Carisa, que da nombre a esta nueva alianza, no es una invención moderna. Es una herencia antigua. Un trazado romano que cruzaba la cordillera para enlazar Asturias con la meseta y que fue mejorado, en el año 26 a.C., por el general Publio Carisio. En aquel entonces, lo que estaba en juego era conectar los territorios del Imperio. Hoy, lo que está en juego es conectar el talento con la oportunidad. La innovación con la industria. El pasado con el futuro.
Desde la Cámara llevamos ya tres años trabajando, junto al Gobierno del Principado y a SEKUENS, para crear en Asturias un ecosistema de defensa. Hoy ya tenemos más de 50 empresas agrupadas en torno a ese objetivo. Empresas como Santa Bárbara, Rheinmetall, Indra o Escribano, pero también muchas pymes, centros de FP, start-ups tecnológicas y jóvenes con ganas de innovar. Convirtiendo, a su vez, esta nueva industria que viene en un potente factor de crecimiento del tejido empresarial territorial preexistente.
Y todo eso será sostenible si, y solo si, logramos mejorar nuestras conexiones. Porque sin progreso económico, no hay bienestar social. Y sin bienestar social, no hay asentamiento de población. Asturias necesita atraer talento, necesita generar industria, necesita crecer. Y el tren —la Ruta de la Plata— es, en buena medida, el hilo que puede tejer esa red de oportunidades.
Porque, como decía Miguel Delibes, “la esperanza no es lo último que se pierde; es lo que nos mantiene vivos mientras todo lo demás se pierde”. Y yo les aseguro que, en Asturias, y en nuestra Cámara de Comercio, esa esperanza está muy viva.