¿Puede el amianto afectar a la calidad del aire interior en viviendas? - ☣️ AMISUR

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En los últimos años, la preocupación por la calidad del aire interior en viviendas ha crecido notablemente, impulsada por la conciencia sobre la salud ambiental y la influencia de contaminantes invisibles en espacios cerrados. Se habla de filtros HEPA, ventilación cruzada, compuestos orgánicos volátiles y purificadores domésticos, pero pocas veces se menciona un riesgo silencioso que sigue presente en muchos hogares: el amianto. Su uso generalizado en la construcción durante décadas y su lenta degradación lo convierten en un riesgo real que puede comprometer la calidad del aire sin que seamos conscientes de ello.

El amianto, utilizado en elementos como tejados de uralita, bajantes, depósitos de agua, suelos vinílicos o revestimientos ignífugos, puede encontrarse todavía en muchas viviendas construidas antes del año 2002. Mientras esté encapsulado y en buen estado, el riesgo es limitado. Sin embargo, con el paso del tiempo, la humedad, las obras mal gestionadas o la simple degradación natural pueden liberar fibras microscópicas al ambiente. Estas fibras, invisibles al ojo humano, pueden permanecer suspendidas en el aire interior y ser inhaladas con facilidad, lo que representa un riesgo severo para la salud.

La particularidad del amianto es que no genera olores ni reacciones inmediatas. A diferencia del humo o los contaminantes químicos, sus efectos son a largo plazo y están relacionados con enfermedades como la asbestosis, el cáncer de pulmón o el mesotelioma. Por eso, su impacto sobre la calidad del aire interior no se percibe de forma directa, lo que puede llevar a una falsa sensación de seguridad en viviendas que todavía albergan materiales contaminantes en techos, paredes o instalaciones ocultas.

Es importante destacar que no existe ningún purificador de aire doméstico capaz de eliminar con total eficacia las fibras de amianto una vez liberadas. Estos sistemas pueden ser útiles frente a alérgenos o partículas PM2.5, pero no sustituyen una retirada profesional y segura del material que las origina. Por tanto, si se sospecha de la presencia de amianto en una vivienda (por antigüedad del inmueble, reformas anteriores, etc.), la prioridad no debe ser obviar el problema, sino diagnosticarlo mediante un estudio ambiental específico y actuar de acuerdo con la normativa vigente.

Además, el auge de las reformas en viviendas antiguas ha reactivado el riesgo de exposición. Derribar tabiques, sustituir bajantes o retirar falsos techos sin un diagnóstico previo puede liberar fibras de amianto que antes estaban estancas. Esta situación no solo afecta a los profesionales que ejecutan la obra, sino a los propios inquilinos, especialmente si no se realiza una descontaminación adecuada tras la intervención.

La única manera de garantizar un aire interior saludable y libre de amianto es actuar de forma preventiva. Contar con un diagnóstico técnico de materiales sospechosos antes de intervenir, y realizar la retirada del amianto con empresas autorizadas como Amisur, no solo protege la salud, sino que evita consecuencias legales.

En resumen, sí, el amianto puede afectar a la calidad del aire interior de una vivienda. No lo hace de forma ruidosa o visible, pero su capacidad para liberarse y su resistencia a los métodos de filtrado comunes lo convierten en un riesgo silencioso que debe abordarse con extrema precaución.

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